Se ofrece vivienda ¿digna? Un acogedor piso uni(personal)familiar, listo para entrar a vivir. Con nevera a mano desde la cama, por eso del trago de agua antes de dormir; y la ducha separada por la cortina dentro de la «habitación», perfecto para personas que viven con prisa. Con una pequeña ventana, que el aire fresco es gratis cuando se sale a la calle. Solo falta la rueda para entretenerse como un hámster.
Se busca servicio de arrendador. Con varias propiedades que incluyan los muebles de los primeros años de Democracia, los cuadros que no quieran en su primera vivienda y el gotelé cuarteado en las paredes. Dedicación exclusiva, abstenerse trabajadores por cuenta ajena. Con gran facilidad para las excusas, sin tiempo para reuniones y ganas de entrar al domicilio sin permiso. Que tenga poca vergüenza y menos reparos para instar a que los inquilinos arreglen su vivienda con su sueldo, inversiones las justas. Mensualidades aparte, eso sí. Con conocimientos de urbanismo pero ligeras dudas en cuanto a Constitución Española. Que sepa desenvolverse en el derecho a la propiedad y con lecciones sobre ocupación, pero escrito con ‘k’. Ah, y preferentemente que nunca haya sido inquilino.
Se necesita arrendatario cansado y desesperado. Una persona joven que disponga del sueldo suficiente como para utilizarlo casi íntegro para tener un techo bajo el que dormir. O que quiera pagar un préstamo con otro préstamo más grande. Que tenga la «suerte» de encadenar un ayuda con otra subvención para permitirse un hogar. Una persona mayor que aún viva pagando mensualidades, quizá con la incertidumbre de que un buitre quiera cazar su casa. Indignación demostrable. Imprescindible solvencia económica e informe psicológico que certifique la ansiedad, la asfixia y el instinto de supervivencia.