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Somos muy de maliciar

28/04/2024
 Actualizado a 28/04/2024
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El gran maestro de la ruralidad nos legó un mandamiento primero que te evita maturrangas posteriores;lo que de la vía del tren de Matallana para abajo llamarían conflictos de intereses: «Vosotros maliciar».

Y para demostrarlo él maliciaba de todo. Que la lotería tocaba en Madrid, «ome coño, ¿dónde va a tocar?donde están todos los petimetres». Que llovía muchos días seguidos: «Ome coño, estarán sin agua en Valladolid, que aquí la lleva el río y no queda ni un restráncano»...

Lo peor era cuando se le ponía detrás, mientras jugaba al tute, alguno de los muchos que tenía metidos en el saco de «las ciguas», aquellos que le daban mal fario y estaba convencido que perdía por su culpa. La primera defensa era ponerles un mote: Culo bobo, Mesiapraos, El Can Can (tomado de un perro que se pasaba el día tumbado al sol), El Topo... o Su Santidad, que es un mote que heredaban de cura en cura del pueblo, como heredaban la condición de cigua, de la que no se libraban ni los que decían las misas de los entierros en diez minutos, que ya era un punto a su favor, pero no era suficiente.

Para hacerles entender que su miraba torcía el destino les empezaba lanzando indirectas, luego casi directas y finalmente misiles. 

Le estaba mirando uno de los que encima ni siquiera decía rápido la misa de los entierros. Ya perdía el maestro 6 a 1 cuando estalló.

– Me va a permitir que le haga una pregunta.

– Por supuesto, dígame.

– Usted parece joven; es decir, ¿nacería después de la guerra?

– Sí claro, bastante después.

– Pues le voy a decir porqué nació después de la guerra: para no ver ganar a nadie.
 

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