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Socialdemocracia y esfuerzo

15/12/2023
 Actualizado a 15/12/2023
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Existe un informe del que se habla con cierta periodicidad y que ha ocupado los titulares de los medios de comunicación esta última semana. Me refiero al informe PISA. Un proyecto impulsado por la OCDE y que en español significa Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos. El objetivo de dicho informe es el de evaluar el nivel de los alumnos al finalizar la educación obligatoria alrededor de los 15 años, en lectura, matemáticas y ciencias.

En el último informe PISA presentado la semana pasada, ha quedado de manifiesto, que los jóvenes de Castilla y León son los que están mejor preparados académicamente. Sin embargo, en el conjunto de España, nuestro país ha sacado su peor resultado histórico. Una de cal y otra de arena.

Ahora es el momento de que los políticos de unas autonomías saquen pecho y los de otras intenten justificar su fracaso con argumentos peregrinos. Lo que sí queda claro, es que las diferencias educativas en cada una de las comunidades autónomas, ponen de manifiesto que el sistema educativo en España como país, es un fracaso y también que la «España de las autonomías» tiene como parte positiva que una comunidad que realmente quiera hacer bien las cosas, puede librar a sus jóvenes de ser tan analfabetos como los de otras comunidades.

Sin embargo, no todo es responsabilidad de los políticos, del profesorado o de los medios materiales. Gran parte de los buenos resultados de una comunidad autónoma responde a la cultura del esfuerzo y que este esfuerzo esté más o menos extendido en la sociedad y en las familias.

La socialdemocracia en su concepto colectivista de la vida y pecando siempre de un buenismo infantil, pretende que todo el mundo seamos iguales y como es ley de vida que algunos sean más listos y con más capacidad que otros, en lugar de cultivar esa cultura del esfuerzo, premiando al excelente sin dejar atrás, por supuesto, al que tiene menos capacidades, lo que realmente fomenta es que ese listón del esfuerzo sea cada vez más bajo para procurar una igualdad artificial, provocando que el de menor capacidad se sienta satisfecho con su nivel y no se esfuerce para mejorar, y el que tiene capacidades sobresalientes, se eche a perder porque ve que su esfuerzo no tiene recompensa. Puro comunismo.

Lo mismo pasa con tantos otros aspectos de lo que llaman «estado del bienestar», de manera que se ofrecen servicios sociales, ayudas, subsidios, becas y pagas a discreción sin exigir ningún tipo de esfuerzo al perceptor, de manera que el que menos aporta a ese «estado del bienestar» se beneficie sin esfuerzo del mismo, originando simplemente la cronificación de su pobreza, y el que más aporta se desespere y desista porque ve que su esfuerzo no tiene recompensa. 

Apliquen esto que les digo a cualquier ámbito de la vida o de la administración. Cualquier prestación obtenida, debe ser percibida como el resultado a un esfuerzo hecho, si no, lo que estamos haciendo es hacer una sociedad cada vez más blanda, acomodada, superficial y fracasada.

 

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