Huérfanos del otoño.
El verano se alarga,
susurran los expertos.
No habrá ocres
ni amarantos,
serán más efímeros.
Como si el otoño
no lo fuera ya suficiente,
tan frágil,
tan agónico,
como esos besos furtivos
que nos dábamos en los bancos
y las salas de cine,
a contraluz,
en penumbra otoñal,
en el insolente candor
de nuestra niñez.