El bloqueo, el chantaje de Carles Puigdemont y su pandilla al Gobierno de España, tiene solución. Aunque la situación política pudiese parecer un encaje de bolillos, un laberinto en el que es imposible encontrar la salida, el atajo está a la vuelta de la esquina, pero los que toman las decisiones están empeñados en permanecer atrapados en un callejón. No quieren verlo, pero no queda otra que consumar el manido pacto de concentración entre Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español.
El acuerdo presupuestario de PSOE, PP y UPL en la Diputación de León marca el camino de lo que debería ser la hoja de ruta de la política nacional. Ahora que los socialistas parecen haber encontrado el rotulador rojo para dibujar por fin una línea de mínimos que señale el norte que parecían haber perdido, es buen momento para que los dos partidos mayoritarios demuestren altura de miras y se pongan de acuerdo; la negociación de los presupuestos generales de 2024 es una buena campaña para seguir el ejemplo de lo acontecido en nuestra provincia. Junts tiene la sartén por el mango porque el Partido Popular está obcecado en no robársela a los secesionistas. Si en el Congreso de los Diputados hubiese el entendimiento que han tenido en la Diputación, los independentistas no serían más que un partido marginal perdido en el gallinero.
El PP es igual de responsable que el PSOE de la situación que vivimos. Siempre que la formación se sienta en la mesa de negociación demuestra ser más útil que enfrascado en el no permanente que practican sus socios de Vox; los de Abascal han hecho lo propio en la institución provincial porque siguen la misma estrategia estanca en toda España. En las municipales se llegó a sospechar que tenían el mismo programa electoral para los ocho mil municipios.
Nuestra tierra, cuna del parlamentarismo, nos enseña el remedio para el coma institucional. Democracia que despertara no con unas nuevas elecciones sino con el sentido de Estado de los dos grandes partidos.