17/02/2024
 Actualizado a 17/02/2024
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A lo mejor hubo

un cine de señoritos,

con merengues de canela

y bigotes de pincel,

pero el que yo recuerdo

era espejo de la vida,

y en la sesión doble,

entre pasillos angostos

y luces de bohemia,

el protagonista y los secundarios

se morían de hambre

y por el brillo

de sus ojos

y el temblor 

de sus labios,

poco parecían fingir.

 

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