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Se vende pueblo en León

26/03/2017
 Actualizado a 13/09/2019
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Al hilo de la anterior columna, titulada ‘Se vende casa en Vidanes’, alguno de mis habituales lectores creyó que se me había ido la olla y no le quito razón. La idea inicial era convertir un simple anuncio clasificado en una tribuna de opinión sobre la despoblación. Empecé situando la finca en el mapa, continué describiendo la vivienda casi con ojos de niño y cuando quise darme cuenta, apenas quedaba espacio para un desenlace más crítico. Sirva esta pieza como continuación de la anterior y prolegómeno de una tercera. Juntando las tres obtendrán una trilogía sobre mi posición respecto a la ‘España vacía’, esa que definió Sergio del Molino en su magistral ensayo. Vaya por delante que los primeros culpables del abandono que sufre el medio rural somos nosotros, nietos que ponemos en venta casas de abuelos a la vez que pagamos alquileres desorbitados por vivir amontonados. «Mira, colega, en cada bloque de Móstoles te entra apretado un pueblo de Soria», sentenciaba mi amigo Herminio la primera vez que me llevó más allá de la M30 madrileña. «Vivimos donde curramos», pensé yo hace quince años, recién llegado a la capital en busca de un salario mínimo para compartir piso. Aseguran los expertos que mientras el factor trabajo se concentre en núcleos urbanos nadie va a detener la hemorragia poblacional que sufren provincias como la nuestra. Al escribir ‘Se vende casa en Vidanes’ imaginé, iluso de mí, que teniendo al lado un pujante polígono, alguna empresa allí instalada podría incentivar a su plantilla pagando el alojamiento a escasos metros del curro. «Prefieren ir y venir en coche. Aquí no hay quien viva entre semana», me dijo un paisano a la puerta del Bar Ferreras. En ese momento me di cuenta que si ni siquiera las naves industriales son atractivas para repoblar esta antigua villa a orillas del Esla, la solución, o es muy compleja, o requiere de imaginación. Llegados a este punto solo se me ocurre juntarnos todos los que vendemos casa en la zona y presentar una única oferta: se vende pueblo en León. He visto ejemplos de esta modalidad emprendedora en Asturias, Galicia, Extremadura o Aragón, por lo que no soy el primero en proponerla. Si de mí dependiera, convocaría a potenciales compradores para una subasta con precio de salida realista y condiciones innegociables, todo previamente pactado entre vecinos, herederos y autoridades. El lío llegaría con ese tercer grupo que son los políticos y que no entenderían nunca mi propuesta. A ellos les dedicaré mi próxima columna.
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