Los periodistas, como cualquier gremio, tienen su propio patrón. En el caso de cualquiera que se dedique al sector del periodismo, su santo patrón es San Francisco de Sales y el motivo es que, al parecer, tenía unas dotes especiales para comunicar la fe y el mensaje de Dios de manera clara. Imagino que dicho patrón se extienda a tertulianos, columnistas y todos los opinadores que de forma más o menos periódica, hacemos público lo que pensamos en prensa, radio o televisión, pero realmente, el patrón de todos aquellos que decimos lo que pensamos con el ánimo de que le interese a alguien, debería ser Pedro Sánchez.
Yo en muchas ocasiones he llegado a pensar de qué hablaría si tuviésemos un gobierno medianamente normal y europeo. Sinceramente habría semanas que sólo podríamos hablar del interés de los miembros del equipo de gobierno de la Diputación provincial para acudir con sus municipios al Gran Prix o de algún asunto de pueblo como ese. Sin embargo, con Pedro Sánchez, Óscar Puente, Ábalos, Yolanda y el resto de miembros actuales o pasados del gobierno de Sánchez, los temas se acumulan sin que haya tiempo de dedicar una columna a cada uno de ellos. Esto no es casual. No me cabe duda de que el objetivo es precisamente ese. Que haya tantas noticias a cuál más sorprendente e indignante, que realmente los ciudadanos no tengamos capacidad para analizar y calibrar todas ellas. Un escándalo tapa a otro y de vez en cuando nos cuelan un caso Rubiales o una polémica woke como la de Vinícius Junior en su cruzada contra la xenofobia en los campos de fútbol.
El otro día la mano derecha de Ábalos, el aizkolari Koldo, dijo que del Delcygate, aquella historia de las maletas en Barajas que no sabemos ni sabremos qué contenían, a pesar de haber sido testigo en primera persona, «no quiere hablar ni muerto». Sin embargo, de tal sorprendente declaración, poco se ha hablado porque al día siguiente nos enteramos que la mujer del presidente escribía cartas de recomendación de empresas que posteriormente obtenían ayudas y financiación. Y así, día tras días sin que a gran parte de la opinión pública parezca importarle.
La desvergüenza de los indultos a los secesionistas quedó tapada por la reducción de penas por malversación; y la desvergüenza de esta modificación en los delitos de malversación, quedó tapada con la Ley de Amnistía.
A cada paso, siempre el mismo modus operandi en el Gobierno y en su sector de palmeros. Se saca a prensa un globo sonda, se pone en duda la veracidad del mismo y la gente dice que eso no puede ser, finalmente se materializa dicho globo sonda, los palmeros lo justifican y dicen que la siguiente barrabasada no será posible y aún así sucede, y sucede la Ley de Amnistía…
Ahora esos mismos palmeros dicen que un referéndum de independencia en Cataluña no tendrá lugar, y no les quepa duda que sí tendrá lugar, y lo volverán a justificar por el texto de la consulta o cualquier aspecto formal y así en un círculo vicioso y destructivo para España.