04/05/2024
 Actualizado a 04/05/2024
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«Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida», nos dijo Pablo Neruda, el mejor poeta del siglo XX en todos los idiomas según García Márquez.

¿Y dónde está el amor?, cabe preguntarse. Como decía la canción, quizás esté en el aire, o en todas partes. Lo hemos buscado y seguimos buscándolo con ahínco en cada paso que damos. Ese amor que nos salva reside a veces en la sonrisa de un niño o en la de un anciano, en las manos que nos acarician el pelo al despertar, en la mirada de nuestros amigos, en el pájaro que hace temblar la rama del árbol cuando nos asomamos a la ventana. Ese amor está en todas partes, resulta a veces complicado encontrarlo en nosotros mismos. 

Quizás la vida sea ese único viaje de ida en el que nuestra misión es amar. Quiénes tenemos al suerte de sentir el arte con pasión y captar su grandeza contamos con un salvavidas de primera. Y es bueno ser conscientes de que tenemos ese tesoro, porque nos otorga la certeza de saber que nunca estaremos solos.

El pasado lunes 29 de abril, nos reunimos ocho poetas en el Museo Botines y la palabra se unió a la magia de la arquitectura de Gaudí y también al talento creativo de Eduardo López Casado, cuya exposición La Casa Iluminada transforma el espacio gaudiniano aportando su visión del entorno. Arte sobre arte. ¿Se puede pedir más?

Cuántas veces hemos escuchado que la poesía es algo inútil que interesa a pocos porque casi nadie la entiende. Igual no es cuestión de entender sino de sentir. Igual no es cuestión de utilidad sino de provecho. 

La poesía, la música, la pintura, la arquitectura, el cine, la escultura, la danza, la literatura parecen estar ahí como lo está la belleza, imperturbable en su riqueza, trascendiéndonos en silencio. Durante siglos serán el salvavidas de una humanidad que no termina de acomodarse. 

Por eso, cuando sintamos que todo es caos, mentira, cuando nos falte el aire, no subestimemos el poder de la luz y la lavanda.

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