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¿Rebeldes?, ¿qué rebeldes?

21/07/2023
 Actualizado a 21/07/2023
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Esta semana será recordada por la «fumada» de Zapatero en un mitin hablando sobre el universo, lo infinito que es el infinito y lo infinitesimal que es el ser humano y que, sin embargo, para ZP, dentro de ese universo infinito, es en nuestro planeta el único lugar donde se puede leer un libro (imagino que se referiría al libro de Sánchez). Merece la pena buscar en internet dicho mitin y ver las caras de póker de los asistentes.

En clave más provincial, otro hito que será recordado durante mucho tiempo es el de la designación de diputados provinciales por el Partido Popular. Este pasado miércoles tuvo lugar la elección de la nueva diputada provincial por Astorga, la alcaldesa de Llamas de la Ribera Sara Fernández, de la que ya les hablé la semana pasada y les adelanté que se impondría a su rival, como así ha sido, con claridad.

La elección de Sara Fernández como diputada provincial, significa que la lista no oficial de los mal llamados «rebeldes» o «críticos», se ha convertido en un 8-0 (de 11) en el particular tanteo que vive el PP de León para hacerse con la Diputación provincial, y a estas alturas, a tenor de los resultados, lo que habría que preguntarse es quiénes son realmente los rebeldes y quiénes los oficialistas, al menos para la gran mayoría de concejales del Partido Popular, que parece que ellos sí lo tienen claro.

En no pocas ocasiones, las direcciones de los partidos políticos cometen los mismos graves errores fruto de la bisoñez, la arrogancia y la falta de sentido común. Se lo he venido relatando en mis últimas columnas en este mismo espacio, pero si hay un error que está por encima del resto, incluso por encima de la falta de capacidad de trabajo y organización, es el de trabajar contra algo o alguien, en lugar de a favor de algo o alguien.

Cuando el único objetivo es que una persona o «familia política» desaparezca de la faz de la tierra simplemente por un tema personal y «porque yo lo valgo», ese dirigente político enrocado en sus odios personales, animado por una mediocridad no reconocida fruto de una sobrevaloración artificial, es el que «coge una pala» y se afana en «cavar una trinchera» donde colocar en un lado a sus acólitos «oficialistas» y en el otro a unos «malvados rebeldes» que se empeñan en no desaparecer del mapa y sobrevivir. Lo que en realidad está haciendo ese dirigente es cavar su propia tumba política.

Esa toma de decisiones personales en contra de alguien, lo que hace es perjudicar a los intereses generales de los partidos, que no dejan de ser una gran familia compuesta por muchas personas a las que hay que escuchar y tener en cuenta, y pueden llevar a decisiones «peligrosas» de ese tipo de dirigente autocrático, que con tal de que una persona a la que desprecia profundamente y que le provoca un tremendo sentimiento de celos, no se coloque al frente de una institución, es capaz de hacer todo lo posible para evitarlo, incluso entregar esa institución al partido rival, en la auténtica e imperdonable deslealtad a tu partido.
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