01/07/2023
 Actualizado a 01/07/2023
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A los leoneses nos queda el pueblo.

Nos han vaciado,

como a esas colmenas

donde irrumpe una zarpa helada,

o esas vasijas que de noche

saquearon los bárbaros.

Que les den.

Es verdad

que solo dejaron

ermitas y zarzas,

espadañas y muros,

pero en ellos brillan

los caracoles insólitos

y esos latones que esconden,

entre sus piedras,

los niños enamorados de julio.

En otras palabras: el fulgor de la infancia.
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