La presencia abrumadora de la tierra, eso ha sido lo mejor. Lo mejor de 2023. La tierra, que hace tiempo se coló en mi escritura, ahora la inunda por entero. Poemas sobre la tierra, novelas sobre la tierra. Mi casa frente a la tierra. La casa a la que nos mudamos en un valle perdido de Asturias se asoma a la montaña como si viviéramos a la intemperie. Como si la tierra nos invadiera. Entre nosotros y la tierra se levanta solo una puerta de madera. En la ciudad, entre nosotros y la tierra hay una puerta, y un corredor y cuatro pisos y un portal y otra puerta y aceras, calles, carreteras.
Lo mejor de este año, un viaje, Irlanda. La tierra verde, jugosa, y el océano Atlántico, la tierra líquida.
Lo mejor de este año, una conversación de Pequeño Zar: mamá, yo escucho hablar a mis pensamientos, es muy entretenido, cierro los ojos y los escucho. A veces ellos dicen una cosa y yo otra. ¿Y quién gana? Depende.
Lo mejor de este año, la comida familiar con mis tíos, ella 90, él, 80. Primos que se cambiaban de sitio. Risas. Ruido. Botellas de vino girando alrededor de la mesa. Y mi tío, el obispo, que me dice, es curioso cómo has sabido recoger el testigo de tu padre, de esta familia de labradores, pero tú no lo viviste, el campo, las faenas del campo, y sin embargo, solo escribes sobre eso. Un tono de asombro y reflexión en sus palabras. Supongo que tantos domingos yendo a la majada, tantos paseos con papá, tanto escucharlo, digo, la tierra.
Lo mejor de este año, una tarde que cruzamos el puerto de San Isidro, abajo el bosque de hayas, arriba, las rocas primordiales, y llegamos hasta el prau donde el corro de lucha leonesa. Ese silencio místico de la montaña, esa algarabía de los cuerpos tentándose sobre la hierba.
Lo mejor de este año, una velada en una taberna, la más antigua, dicen, de Asturias. Suelo irregular, mesas y bancos cojos, madera por todas partes, un cuaderno para aprender a tocar la gaita. Y fuera, al otro lado de la puerta, el espectáculo del atardecer en la Cordillera Cantábrica.
Lo mejor de este año. La tierra. Y por delante de nuestra casa pasa el zorro y el lobo y detrás hemos encontrado heces de oso. Cuando estás dentro de casa sigues habitando el campo. Se escucha el cárabo, un macho replica a una hembra. Una polilla se golpea contra la ventana. Hemos puesto la trampa para cazarlas. Mañana la abriremos y las fotografiaremos y después las dejaremos volar, a las mariposas nocturnas, con sus alas de dibujos misteriosos. La presencia abrumadora de la tierra. Lo mejor.