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Predecir el pasado

01/04/2017
 Actualizado a 13/09/2019
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Cuenta la mitología que Casandra, hija de los reyes de Troya, era una chavala a la que Apolo le dio el don de la adivinación a cambio de una noche de rollete. Pero, como después Casandra le dijo que nones, la maldijo y escupió en la boca para que nadie creyera en sus profecías. Que ya tiene que fastidiar poder ver el futuro y que nadie te crea. Por eso, cuando los griegos se dejaron «olvidado» el famoso caballo de madera al otro lado de las fortificadas murallas de Troya, y Casandra advirtió de que no lo metieran dentro, que era una trampa, sus paisanos le dijeron algo así como «anda, muchacha, apártate, que el caballito mola mogollón» y, después, cuando salieron de su interior los soldados aqueos ya todos sabemos lo que pasó.

Esta semana, otra Casandra -en esta ocasión más de andar por casa: Cassandra Vera- ha profetizado el pasado, que es una cosa bien rara, y también parece que muchos no se lo creen. Que la Audiencia Nacional te condene a un año de prisión y siete de inhabilitación por unos chistes colgados en Twitter -y más viejos que la pana- sobre el asesinato del presidente del Gobierno franquista Luis Carrero Blanco a manos de ETA es más un moonwalk -ese paso de Michael Jackson que parecía que iba hacia adelante, pero te llevaba hacia atrás- que un avance en la protección efectiva de las víctimas del terrorismo.

Sobre todo viendo el efecto contrario que ha tenido la sentencia, porque si la Audiencia siguiera el mismo camino con todos los que estos días han reproducido los mismos malos chistes, tendría que celebrar los juicios en un campo de fútbol.

Al margen de la difícil situación de Cassandra (estudiante de Historia que no podrá presentarse a oposiciones a profesora si el Supremo confirma la sentencia y cuyos padres, residentes en la pequeña localidad de Lillo del Bierzo, están en paro), el caso es una buena oportunidad para reflexionar sobre qué comentarios creemos que merecen la grave consideración de delito. ¿Estos chistes? Hasta una de las nietas del almirante,Lucía Carrero Blanco, piensa que no, por mucho que le disgusten. «Me asusta una sociedad en la que la libertad de expresión, por lamentable que sea, pueda acarrear penas de prisión», dijo.

Quien quiera lo contrario, ya puede irse comprando la mordaza... y el látigo.
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