Mientras que en Madrid se negocia de qué manera van a repartir España a trozos y perdonar a quienes se levantaron contra ella, porque es de lo que se trata ahora mismo en el seno del gobierno, en León hay quienes están buscando la manera de sacar tajada al precio que sea. Ya pasó en la Diputación, como ocurrió en muchos pueblos después de mayo y pasará en ayuntamiento de la capital. Es lo que tiene nuestro sistema político, tan diferente del americano en el que uno gana y el otro pierde porque no hay opción a meter más colores en el reparto del poder.
Pero aquí, en esta Españita cómoda de fiesta y subsidios, como copiamos todo lo malo de los demás y le hacemos asco a lo que más o menos se presume como bueno, aquí estamos rodeados de calabazas con ojos celebrando Halloween, organizando concursos para ver quién es el más tragón comiendo hamburguesas y bebiendo refrescos de cola o pensando ya en los descuentos del Black Friday o viernes negro por no hablar de los estúpidos que han cambiado en su mesa el lechazo asado por el pavo o los polvorones por las galletas de jengibre para celebrar la Navidad.
Otro día, cuando estemos más cerca del turrón y de los polvorones y mantecados –que ya están por toneladas a la venta en los supermercados aunque aún no nos hayan dejado satisfechos del todo los buñuelos y los huesos de santo– y de los dichosos villancicos, ya le cuento una historia sobre esto. Pero hoy permítame detenerme en las veces que en una entrevista de dos páginas puede un cargo público decir que un partido no va a dar sus votos «gratis» cuando se supone que el fin es el beneficio común de una ciudad y no el de un partido concreto. O eso se supone.
No es un secreto que las minorías, que nunca se dan cuenta de que son precisamente una minoría porque la mayoría prefiere otras cosas distintas, están ahí para sacar tajada como sea y de la manera que sea. A la izquierda, a la derecha o por cualquier otro lado siempre habrá alguien con la llave que abre la puerta de un gobierno, de unos presupuestos o de lo que sea capaz de poner un precio a sus votos.