Larga vida a los saudíes,
por cuya intercesión
los Ronaldo,
los Rahm,
los Nadal
brillan bajo la luz
de Oriente
y sus muelas serán
de oro
y verán por fin,
sobre las doradas dunas
de Arabia,
al príncipe,
al mesías,
al mejor deportista
de todos los tiempos:
el Tío Gilito.