12/01/2024
 Actualizado a 12/01/2024
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Llevo militando en un partido político más de 25 años, soy miembro del comité ejecutivo del PP desde 2004, he ostentado distintas responsabilidades públicas y orgánicas, siempre he creído no sólo en la utilidad, sino en la necesidad de la política para la solución de conflictos y para procurar una sociedad mejor para los ciudadanos. Sin embargo, cada año que pasa tengo que esforzarme más para seguir creyendo en el lado honorable de la política y de aquellos que tienen la vocación de servicio público. 

Cuando el sectarismo se instala en las direcciones de los partidos y el auténtico objetivo es conseguir suculentos sueldos, no dar palo al agua y perpetuarse en el poder para seguir viviendo a todo trapo descojonándose de los curritos, la política y sus representantes, empiezan a dar la misma pena y vergüenza que una película de Ed Wood.

Este miércoles asistimos a una nueva vuelta de tuerca en todo este circo cutre en el que se ha convertido la política, concretamente la política nacional. Una jornada en la que el ‘desgobierno de España’ se la jugaba con la convalidación de 3 Decretos-leyes y que han venido a dejar de manifiesto, una vez más, a qué juega cada uno.

Finalmente, después de una jornada de auténtico esperpento, Sánchez logró convalidar 2 de los 3 Decretos, respirando aliviado pensando que ha librado por los pelos una situación de crisis, sin llegar a medir todo «el pelo que ha dejado en la gatera» en todo este asunto. Ya no sólo es su imagen la que está por el suelo, la imagen de todo el Partido Socialista (si quedaba algo de dignidad) ha quedado como Cagancho en Almagro.

En la jornada del miércoles, Junts, el partido del prófugo Puigdemont le apretó las tuercas al PSOE para que siguiese con sus cesiones de dinero y competencias a cambio de ausentarse de la votación para que saliesen los números. El PSOE, tragando a la desesperada con todo lo que les iban mandando a golpe de WhatsApp desde Waterloo, sin asumir que Puigdemont lo que quiere es terminar con la unidad y la solidaridad en España y que cualquier esperanza de que vuelva al marco constitucional es en vano, además de aguantar desde los miembros de Junts una absoluta humillación con unas palabras que era como si orinasen en una herida infringida por ellos mismos al Gobierno, al PSOE y a España.

Por otro lado, el grupúsculo de Podemos, quiso cobrarse una venganza contra su anteriormente compañera Yolanda, votando en contra del Decreto impulsado por ella, en un despecho infantil de pataleta de niños malcriados (que lo son). Todo ello en una jornada de votación kafkiana en la que hubo lugar hasta para una ‘misteriosa’ caída en el sistema de votación durante 30 minutos.

Queda claro que esta legislatura va a ser un auténtico calvario tanto para el Gobierno como para el conjunto de los ciudadanos, de todos menos de los que precisamente quieren destruir nuestra nación y no es un tema de ideas políticas, es un tema de falta de respeto al tomar a los españoles por idiotas.

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