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Pasolini y los Sex Pistols

28/02/2021
 Actualizado a 28/02/2021
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A veces cuesta poner el foco en el pasado y cuando te ves a ti mismo cuarenta años antes perpetrando una pintada contra la OTAN en una fachada consistorial, te preguntas en qué puñetas estaba pensando aquel joven de diecisiete primaveras que sentía un pánico cerval a la guardia civil. En eso, mira por donde, sigo fiel a mis repudios y temores: al igual que Alfred Hitchcock, es ver a un miembro de la autoridad y pensar que acabaré atado con grilletes en un calabozo lleno de ratas, a manos de un turco sádico salido de un expreso nocturno. El asunto, afortunadamente, ha mejorado (ya lo anticipó Pasolini cuando dijo aquello de que los obreros estaban delante de las barricadas, vestidos de policías), hasta el punto de que en lugares como Cataluña lo normal es ver a los agentes acorralados por los manifestantes y no al revés (algo que resulta un poco inquietante). Hubo una época donde a los Sex Pistols se les prohibió tocar en suelo inglés su God Save The Queen (y lo hicieron en una barcaza sobre el Támesis) y ahora son los uniformados quienes tienen que pernoctar en un buque alejados de la costa durante unas elecciones (que para más escarnio se llamaba Piolín). Las cosas, como en la versión punk de Caperucita Roja, han cambiado notablemente. Tampoco vean en mis ironías un elogio a la violencia institucional, que puede y suele ser particularmente tenebrosa. Lo de la Ley Mordaza, como país, es para hacérselo mirar. ¿Y esos jóvenes que saqueaban tiendas en Barcelona? Pues qué les voy a decir, unos vándalos con cerebros de guisante, pero es que muchos parecían menores de edad y lo que uno se pregunta es qué diablos estaban haciendo sus padres o tutores, y por qué colegios y manos pedagógicas pasaron. Pero cuando hago el esfuerzo de ponerme en su lugar (cumplir quince, dieciséis años durante una pandemia), siento un vértigo de pájaros sin alas. ¿Qué hubiese pasado por mi cabeza en aquel pequeño piso de la periferia industrial de Bilbao a esa edad? ¿Sin poder salir, sin poder viajar para ver a tu chica? Me imagino asomado al patio de luces mirando desolado un minúsculo trozo de cielo, con la expresión sombría y crispada.

En estos tiempos ñoños idealizamos la juventud, pero siempre sostuve que no hay un periodo en la vida más tumultuoso e impredecible: sufrirlo en una cuarentena perpetua tiene que ser devastador.
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