02/06/2022
 Actualizado a 02/06/2022
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Hace algunos años el Instituto Cervantes lanzó una campaña para buscar la palabra más bella del español. Actores, deportistas y demás personalidades propusieron cuál era su vocablo preferido de nuestro idioma. Entre las candidatas apareció la todopoderosa ‘amor’, la idealizada ‘libertad’ o la sonora ‘gracias’. En la lista figuraban desde ‘verdad’, ‘sueño’ o ‘madre’ hasta otras más extravagantes como ‘Querétaro’ o ‘murciélago’. Sin embargo, tal vez por lo inoportuno de la respuesta, nadie se acordó de aquella que cobija entre sus paredes a todas las demás. Por eso, quiero defender en estas líneas la propuesta de ‘palabra’ como la palabra más bonita de las casi 100.000 de esta lengua.

En sus múltiples acepciones guarda promesas que algún día se cumplirán, concede educadamente turnos y atesora enseñanzas. ‘Palabra’ predica con el ejemplo y sostiene valores tan necesarios como el de la honestidad.

Para los que somos periodistas, como para novelistas y poetas, es la herramienta de trabajo y para quien la lee es aprendizaje, misterio y sentimientos que se cruzan ¿Buenas palabras? Como uno vale lo que vale su palabra, también es la unidad de medida de la honradez. «Todo lo que tengo en la vida son mis cojones y mi palabra. Y no rompo ninguno de los dos por nada», soltaba el canalla de Tony Montana en una filosofía que no lo es tanto.

Palabras que nunca llevará el viento como última palabra. Porque forjan amistades y rompen esquemas. Porque tienden puentes y derriban muros. Son, al mismo tiempo, el perdón más sincero y la declaración de guerra. La felicidad del «sí, quiero» y la decepción del «mejor como amigos». Los miedos del «estás enfermo» y las esperanzas del «tiene cura». No en vano, «en el principio era la Palabra».

Te doy mi palabra de que las palabras, bien empleadas, todo lo pueden. Una fue suficiente para que William Wallace gritara a la libertad como nadie antes, con dos se accede a la cueva del tesoro de Alí Babá y tres llevaron al pueblo francés a la revolución. Cuatro bastaron a Martin Luther King para que el mundo no olvidara que tenía un sueño y con cinco o más se pueden obrar verdaderos milagros.

Las palabras son tiernas, son crueles, son inabarcables. Maldiciones, juramentos, decisiones, malabares, arte... son vida. Todo eso que nos deja sin palabras.

Y tú, ¿tienes una palabra favorita?
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