Pactos multicolores

Los pactos consumados ayer para la formación de corporaciones locales y gobiernos regionales han mostrado, una vez más, que muchos políticos han vuelto a engañar al electorado si se tiene en cuenta lo que determinados candidatos destacados a nivel nacional prometieron antes de las elecciones y los pactos que han protagonizado después, consumando así el engaño entre los ciudadanos y ciudadanas que les votaron. Hay ejemplos que demuestran que algunos ‘gerifaltes’ políticos no se han cortado ni un pelo a la hora de traicionar a sus votantes una vez más prometiendo esto o aquello para, después del 24-M, manejar a su antojo el resultado final de estos comicios con actuaciones dirigidas a defender sus intereses personales o los de sus partidos correspondientes, despreciando así posiciones lógicas que beneficiarían al conjunto de los ayuntamientos y regiones de España y, por ende, a sus habitantes. Sobre lo dicho hay más ejemplos de engaños que los deseados por el electorado pero, entre los sobresalientes, se puede citar el pacto madrileño Carmenamona porque el socialista Carmona presumía en las tertulias preelectorales asegurando que nunca pactaría con Podemos o candidaturas afines para conseguir poder a cualquier precio en el Ayuntamiento madrileño. De este profesor socialista se puede esperar cualquier cosa si se recuerda que fue sorprendido por un micrófono abierto cuando aseguraba, años atrás, que «si para ganar las elecciones hay que hundir otro Prestige, lo hundimos y listo». Ahora este personaje es el que va a dirigir los destinos municipales en Madrid del brazo de Carmena después de engañar a su electorado o intentarlo, pues ni en su propio partido le creen. No ha ocurrido lo mismo en el sur e León, pues la UPL ha conseguido varios ayuntamientos desbancando a alcaldes del PP que ganaron las elecciones del 24M con pactos alcanzados con flamantes ediles del PSOE, acción lícita si se tiene en cuenta que la Ley electoral contempla este tipo de situaciones. Hablando de los pactos multicolores me decía ayer un anciano coyantino sonriendo pícaramente: «¡Joder con las elecciones, creímos que ganábamos los de derechas y hemos ganado los de izquierdas!».