05/01/2024
 Actualizado a 05/01/2024
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En este comienzo de año en el que quien más quien menos se marca unos propósitos para intentar cumplir durante los próximos 12 meses, yo me planteo, entre otras muchas cosas, bajar 15 kilos, seguir practicando inglés e intentar detectar y huir de todo lo que apeste a pensamiento único.

En nuestra sociedad occidental, en la que cada vez se cuestiona más nuestros orígenes, nuestra cultura y nuestros valores, desde poderes facticos y políticos se ha decidido, bien por acción o por omisión, adoptar una nueva religión que colectivice a los individuos, una religión de Estado con sus profetas, sus mártires, sus herejes, sus pecados y sus propios elegidos que serán salvados del infierno. Un infierno de ostracismo y aislamiento.

Esta religión de lo políticamente correcto, en la que no puedes cuestionarte nada que se salga del pensamiento único que nos quieren inculcar desde ciertos colectivos, financiados por una determinada «élite económica», se viene identificando desde hace años con el término ‘woke’.

El término ‘woke’, que en inglés se traduce como ‘despierto’, tuvo su origen en Estados Unidos, donde algunos supuestamente se mantenían «despiertos» ante el racismo. Posteriormente se ha adoptado por los que se mantienen «despiertos» ante la desigualdad social, la desigualdad de género, la marginación por motivos de la orientación sexual o el cambio climático.

Esta nueva religión ‘Woke’ se va extendiendo sutilmente entre la sociedad, utilizando la televisión, el cine, las redes sociales o los ‘influencers’; y hasta en la película o serie más inocente dirigida a nuestros niños, se aplican altas dosis de ‘wokismo’.

Este ‘wokismo’ tiene un fin caníbal y toma como pecado original nuestra propia cultura occidental, en un enfermizo sentimiento de culpabilidad en el que parece que todo lo que haya partido en los últimos años de nuestra civilización es malo y destructivo, mientras lo de otras culturas, infinitamente menos democráticas, es lo bueno y lo ‘cool’.

Curiosamente, esas culturas que el ‘wokismo’ pone como ejemplo de martirio y que llora por ellas, son las que menos tienen en consideración al medioambiente, a la igualdad de género o a la libertad sobre la orientación sexual y utilizan nuestra estupidez para imponer su forma de pensar, su cultura y su economía, mientras occidente se va deshaciendo.

Este pensamiento ‘Woke’ impide analizar los problemas más acuciantes que nos rodean, porque la misma interpretación de los datos que necesitaríamos para establecer hipótesis y posibles soluciones, es acusada de ser políticamente incorrecta y herética en esta nueva religión.

Un ejemplo de herejía en el ‘wokismo’ es por ejemplo plantearse analizar el país de origen, religión o etnia de los agresores en el fracaso de las políticas de violencia de género cuando más apoyo tienen y un ejemplo de profetas en ese ‘wokismo’, por ejemplo, son los periodistas que tratan la muerte de un terrorista de Hamas, el número 2 de la organización, como un mártir asesinado por Israel.

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