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La nueva ola del turrón

10/12/2023
 Actualizado a 10/12/2023
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Lo han conseguido. El puente de la Constitución (lectura rápida) se ha convertido en la precuela de la Navidad. Todo ya decorado, iluminado y photocalleado. Con todo el maldito frío posible, días por delante para ver a la familia, desboque consumista y gilipolleces para los niños (a los que tanta chufería debería abrumar, si fuesen como hay que ser). Y lo más importante: las trufas de Mercadona han vuelto a los estantes. Allí no están solas, los supermercados lucen ya llenos de turrón, ese producto con formato normalizado a 20x10x2 cms que a nadie parece que haga mucha ilusión pero que alegra las fechas y como conserva está bastante bien. 


Pero lo de que a nadie haga ilusión es una ilusión, reparen. Si fuese cierto que el mundo es indiferente al turrón, Madrid, Barcelona y Valencia no estarían tan bien surtidas de tiendas de turrones. Allí donde solo pueden competir las franquicias porque el metro del local vale como el kilo de kriptonita, allí están los turroneros defendiendo su producto con éxito. Cuando me coincide pasar delante de algún negocio turronesco siempre doy una putivuelta por dentro para constatar lo bien que les va y de paso catar dos o tres trocitos en busca de lejanas sensaciones. Porque a mí hubo un momento en que me gustó el turrón. 
Hace unos años pensé que los artesanos iban a suponer un revulsivo en mi afición, que había decaído desde las altas cumbres experimentadas por el vicio a las variedades de pralinés industriales y rosadas de Lacasa y Delaviuda de niño (tanto me gustaban que aún hoy, cuando visito a mi madrina, quien siempre me ha colmado de cariños y atenciones, saca uno de aquellos de nata fresa para agitar mi espíritu). Descubrí que nanay, que las elaboraciones artesanales de confitería fina me resultaban muy poco apetecibles. 


Pero lo ofertado por las casas que están protagonizando la nueva ola del turrón tiene visos de triunfo. A los guiris les colocan kilos y kilos porque estos deben de entender que es el dulce nacional español, cuando en todo el Mediterráneo se ha elaborado desde hace siglos mezclando miel y almendras. A mí este año igual me colocan un par de tabletas los de Torrons Vicens. Son más estilizaditas, la última cata me supo y sobre todo, «¡al turrón!», la foto promocional de Ángel Velasco y Albert Adrià mirando un cachito con ojos fuera de sí como si el producto desatase estados alucinados merece ser recompensada.

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