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Noventainueve años de soledad

27/01/2022
 Actualizado a 09/02/2022
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El nombre de Soledad es tan figurado como cierta su historia. Ella nunca se levanta temprano y el pasado domingo, al cumplir noventainueve años, no hizo una excepción. Desde que enviudó veintitantos inviernos atrás, en su pueblo de la ribera del Cea no hay días diferentes ni días del Señor. Cuando Soledad se quiso asomar por sus cortinas de ganchillo, el sol de enero ya lucía alto, golpeando con realismo mágico la desconchada casa de adobe que cada mañana mira y no ve. Las persianas de su vecina estaban bajadas. Esperanza, si de verdad vivía allí, tampoco había madrugado.

La soledad es la única pandemia que, por definición, nunca puede convertirse en endémica. Sin embargo, esto no debe ser excusa para resignarse a dejar de combatirla. Casi siempre vinculada al terreno de las interacciones personales, la vacuna contra esta realidad social ha sido una gran olvidada de las administraciones públicas. Ahora, con el auge de la salud mental en la agenda mediática, tal vez haya llegado el momento de abrir el debate sobre ella.

En Reino Unido y en Japón hace años que se puso en marcha un Ministerio de la Soledad, pero aquí lo de importar esta idea no caló pese a que la agencia de colocación política se inventó 22 ministerios. Las cifras no dejan de aumentar y ya hay cinco millones de hogares unipersonales, por lo que resulta evidente que la soledad está más presente en el día a día de los españoles que la Memoria Democrática o la Agenda Urbana.

Ya que a nivel autonómico es época de prometer, no estaría mal una Consejería de la Soledad. Y es que en términos electorales, vara de medir en la política, encontrarían un amplísimo granero de votos dentro de una comunidad tan envejecida. Además de fotografiarse con el paisaje, en sus excursiones al campo los candidatos también podrían pararse a analizar el paisanaje: la metáfora más tangible de lo que es el abandono.

Pero la soledad no se define como la ausencia de compañía y, por tanto, los problemas que genera no son ajenos a la ciudad. Este periódico publicó ayer que León es la capital de provincia con mayor porcentaje de población viviendo sola de todo el país. Porque cada vez tenemos más viviendas y menos hogares, una Concejalía de la Soledad podría realizar aquí una función social de primer orden.

Sabemos de sobra y de más que los ministerios, las consejerías y las concejalías no solucionan problemas por sí mismos, pero son un primer paso para definir los retos que tiene por delante una sociedad, sus prioridades. Que las persianas de Esperanza se levanten no deja de ser responsabilidad de todos. Tal vez así, si la vida le concede otro enero, la historia de los cien años de Soledad también comience a ser escrita únicamente en sentido figurado.
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