07/06/2018
 Actualizado a 18/09/2019
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Hay hechos que pasan a ser noticia que no debieran serlo. Un partido cargado de mierda hasta las trancas, con cientos de imputados por corrupción, y ya decenas de condenados, campan por calles de todas las ciudades y por ello han recibido una minicachetada en la cara, cuando la que se merecen de verdad es donde más duele, donde más les duele a los ladrones, en la cartera. Llegará el día en que los corruptos, amén de pasar el tiempo que les corresponda en la cárcel, tengan que devolver todo lo robado con sus correspondientes intereses. Si tal cosa se barruntara en un futuro cercano, serían manada los que huirían a Bruselas de entre las filas de los que ahora son los grandes defensores de la unidad inquebrantable de los pueblos y naciones, que lo son, pueblos o naciones, no por decisión propia sino por coyuntura soportada por intereses e interesados, igual de espurios que son los intereses e interesados por ser otro pueblo, otra nación, cualquiera que quieran o queramos que sea esa otra nación.

Ha llegado un nuevo presidente y ha hecho lo que tendrían que haber hecho todos los presidentes anteriores a él. No ha hecho otra cosa que acatar la ley de leyes y por tanto ha eliminado toda fuente de religiosidad en un acto oficial de política de estado, donde ningún símbolo religioso debiera tener, jamás, cabida. Sería de esperar que el resto de instituciones públicas (también las universidades) eliminaran de cualquiera de sus actos toda reminiscencia religiosa. Las creencias en casa, en tu casa, y siempre fuera de todo ámbito político.

Ahora hay cientos de exaltos cargos que tendrán que tirar, y tirarán, de sus influencias para colocar sus culos en sillones acolchados por sueldos generosos que devuelvan favores pasados. Se comenta en la Corte que, al menos, cuatro exministros ya han cursado petición a la legión para formar parte, junto con la cabra, de la comitiva desfiladora en actos castrenses. ¡Pobre cabra! Ella como nosotros se cree, que porque come todos los días, es libre.
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