29/01/2017
 Actualizado a 17/09/2019
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En mis años jóvenes, la publicidad de la radio y de los periódicos de León insistía a menudo en un idea que, a fuerza de repetida, terminó por derivar en un mantra. Hablo del Noroeste geográfico, un territorio difuso pero real que escritores como el berciano Pereira o el gallego Cunqueiro adoptaron como su patria chica y que otros utilizaron como medida de la importancia de sus empresas o sus productos a la hora de publicitarse: «Los mayores almacenes comerciales del Noroeste», «La mejor joyería del Noroeste», «El hotel más lujoso del Noroeste de España» repetían las radios y los periódicos de León en una época en la que la provincia aún era una entidad con peso administrativo real.

A día de hoy, dudo de si no seguirán haciéndolo, pero la idea del Noroeste se ha diluido, fagocitada por las autonomías que se reparten el imaginario y real territorio. No obstante, de cuando en cuando resurge, como estos días ha sucedido por obra y gracia de unos empresarios, los de Galicia, Asturias, Cantabria y León, que ven cómo los poderes políticos actúan por sus intereses, relegando los suyos a un segundo plano. La elección por la Junta de Castilla y León del trazado europeo de comunicación que unirá el Atlántico portugués con Europa por la ya recargada autovía del Duero, con eje en Valladolid y en Palencia, en perjuicio del alternativo que lo pretendía hacer por el sur de Galicia y León, que facilitaría el acceso a las comunidades del norte, ha puesto en pie de guerra a los empresarios de esas regiones, que ven cómo se aleja una vez más su comunicación con Europa. La elección de León para su reunión tuvo toda la carga simbólica que supone el reconocimiento de la condición de centro del Noroeste de la península que la ciudad del Bernesga tuvo a lo largo de su historia y que perdió con su incorporación obligada a una circunscripción autonómica que la ha dejado de lado en beneficio de su capital de facto. Que hayan sido los empresarios asturianos, cántabros y gallegos los que hayan tenido que recordarlo debería avergonzar a los leoneses en lugar de hacerles sentirse orgullosos de ello. Y que el consejero de Fomento de la Junta de Castilla y León y cabeza visible de la elección del trazado del Duero por parte de este organismo (que ha vuelto a reafirmar públicamente a la vista de la repercusión de la reunión en León de los empresarios de las comunidades del Noroeste) sea un leonés debería hacernos pensar en la responsabilidad que sus paisanos tenemos en el ostracismo en el que está León, algo que por sabido no está de más recordar. Mientras que los políticos leoneses estén más pendientes de sus carreras que del futuro de la provincia a la que representan y mientras los leoneses sigan votándolos una y otra vez a pesar de ello, León seguirá flotando en un limbo etéreo, cada más pobre y desasistido, lejos del centro y del Noroeste y de su memoria misma.
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