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No sin mascarilla

01/07/2020
 Actualizado a 01/07/2020
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A estas alturas del año no creo que quede nadie aún con la inocencia de que los próximos meses serán como los veranos de otros años. No es solo que hayamos salido de una pandemia histórica, en la que miles de personas han muerto y en la que pocos han pasado estos meses sin haber conocido a un enfermo con más o menos gravedad. Es que lo que viene a partir de ahora ni siquiera lo podíamos imaginar.

En primer lugar todo hace indicar que los pueblos e incluso ciudades como León recibirán más visitantes que nunca... pero no por turismo, sino que serán esos emigrantes que desde hace años trabajan fuera y que regresan por Navidad, por Semana Santa y ahora también en verano. El calor aprieta, pero en la noche leonesa no tanto. Y, sobre todo, porque hay cierta sensación de miedo a que tanto desplazamiento a otros sitios haga que el virus se traslade de un territorio a otro.

O al menos debería haberlo, o aunque sea un respeto a una enfermedad que no se ha ido. El SARS-CoV-2 permanece, sigue habiendo rebrotes y el día menos pensado se detectan nuevos positivos en León. Es quizá el único consenso que hay entre todos los sanitarios y políticos, que se debe estar vigilante porque puede llegar una nueva oleada y con ella volver al teletrabajo, al deporte en el salón, al ‘Resistiré’ de las 8 y a los policías de balcón. Dan escalofríos solo de pensarlo, pero quizá no sea tan difícil evitarlo si se guardan las distancias, se lleva la mascarilla y se lavan las manos como si no hubiera mañana.

Después de todo el tiempo que hemos sufrido en mayor o menor medida el confinamiento, ahora llega lo más difícil: cumplir por responsabilidad, no porque nos lo diga un estado de alarma. ¿Seremos capaces de olvidar tan rápido lo que ha pasado?
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