No hay manera

Cerramos otro capítulo de la existencia y es tiempo de resúmenes y reflexiones. Se multiplicarán los análisis y dudo de que cuántos de ellos caerán en la cuenta de que este año ha sido aquel en el que a la denuncia de la enorme desigualdad social que se está creando en España, se sumó la de la desigualdad territorial. Copado sin duda por el enfrentamiento de intereses entre poderosos, al tiempo, la voz de los postergados ha sonado más fuerte que nunca.

Pero como nunca hay acción sin reacción, se multiplicaron también las proclamas de estos reaccionarios. La última, la de la vicepresidenta de Cecale, a la que le parece que forma parte del orden natural de las cosas que haya ejes que funcionen. Nunca se cuestionará si ese funcionamiento tiene que ver con el hecho de que los poderes públicos gobiernen haciendo caer siempre la leche en el mismo cántaro. No se cuestionará tampoco que el desequilibrio construido les ha servido para poseer estadísticas acumuladas que pintan panoramas de paro, tasas de actividad, despoblación y emigración, que segregadas no les harían merecedores de los litros y litros de leche que caen de los fondos de compensación territorial. Nunca se cuestionará nada de eso, porque practica un pensamiento supremacista en el que toda la región leonesa se convierte en poco más que el patio trasero de su casa, en el que nunca se nos ocurriría poner muebles elegantes.

Para ellos no hay diferencia, como dice Óscar Puente, ese ilustrado al que recomiendo la lectura del libro ‘Los pueblos de España’, obra de Julio Caro Baroja, al que por supuesto ni conoce ni tiene intención de conocer. Su miedo en realidad no es solo a que haya diferencias, sino a la diversidad. En su concepción maniquea y colonialista, la diversidad es un problema, no una ventaja que suma valor añadido. De ello viene su obsesión por uniformizar, por homogeneizar, por regularizar. Pero una obsesión que, curiosamente, no viene acompañada por una recomendable actitud de equilibrar en lo social y en lo económico. Para eso ya está su ‘eje’.