18/09/2015
 Actualizado a 18/09/2019
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Pocas protestas han aglutinado a tantos millones de personas como las que lo hicieron con el grito de ‘No a la guerra’ para impedir la invasión de Irak.«Hay dos superpotencias en el mundo: EEUU y la opinión pública mundial», aseveraría en aquellos días The New York Times. La ‘superpotencia’ opinión pública finalmente fue derrotada y una terrible guerra se lanzó contra el ‘demoníaco Sadam y sus adláteres’. Esta guerra por la ‘democracia’ destruyó Irak: cientos de miles de muertos, millones de exiliados y desplazados, un conflicto civil irresoluble amparado por un gobierno débil, corrupto y autoritario.

Eje del mal, armas de destrucción masiva, guerra preventiva,… Irak sólo fue el principio de una farsa, el primer ensayo de un modelo que se extendería a Afganistán, Libia o Siria. La ‘superpotencia’ opinión pública se olvidó de todos estos conflictos, se globalizó la indiferencia y la desidia. La guerra se convirtió en un rutina muy poco conmovedora y mucho menos movilizadora. El resultado de todas estas intervenciones fueron de nuevo sangrientas guerras civiles de las que huyen despavoridas millones de inocentes familias.

Hace unos días la ‘superpotencia’ opinión pública despertó de un sueño insensible y placentero. El cadáver de Aylan Kurd, el niño sirio de la playa, descubrió el drama de los que huyen en busca de un refugio. Siria es un país consumido tras más de cuatro años de barbarie. Otro niño sirio, Kinan Masalemehi, hacía una contundente afirmación: «No queremos ir a Europa. Sólo paren la guerra en Siria». El drama de los refugiados, de los que pueden salir de Siria, es mínimo si lo comparamos con una mayoría de población más pobre que se ve obligada a permanecer en un país destruido y violento. Sí, un millón millones de niños y niñas han huido del conflicto, convirtiéndose en refugiados pero en Siria todavía quedan cinco millones de niños y niñas desamparados que nunca llegarán a ser refugiados.

Dramáticas guerras imperialistas como la de Siria se transforman en sangrientas y crueles guerras civiles hoy en el mundo. Desde el final de la II Guerra Mundial nunca hubo tantos refugiados y desplazados. Naciones Unidas calcula que hay 51,2 millones de personas afectadas, 16,7 millones de refugiados y 33,3 millones de desplazados dentro de sus propios países. La solución a este drama humanitario pasa por solucionar pacíficamente estos conflictos pero parece que esta vía, como vemos en el conflicto sirio, a nadie le interesa. Ha llegado el momento que esa ‘superpotencia’ llamada opinión pública vuelva a gritar "¡No a la Guerra!"
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