11/06/2024
 Actualizado a 11/06/2024
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Lo de alquilar un pisito para pasar la eternidad es un juego sucio que hacen las «inmobiliarias», que sonsacan al prójimo hasta vendiendo parcelas en la luna. Les llaman seguros de vida cuando son cheques de muerte, pero es un tema tan feo que es mejor pagar la mensualidad con un deseo de ceguera instantánea, hasta la última, eso sí, y no pensar hasta después…bueno, el después de la cuota final se amortiza en un pis pas. Odio la muerte. Recuerdo a la tía María ir a sacar los huesos de su marido de la tumba, ese que le mordía con el mismo paleto que seguía teniendo la calavera. Y a la pobre le salió del fondo del dolor decirlo en alto «mira el cabrón, aún tiene el diente con el que me mordía la mano y la sangre llegaba al techo». La muerte a veces hace justicia. Tía María pagaba «los muertos». Y cuando ella murió tenía su nicho en el Bloque H, la consonante más tímida del abecedario. Era el tercero de cuatro empezando por arriba. Bien situada la tía. Le da un poquito el sol, tiene vecinos en el Bloque I, y no le toca la tierra del primero ni el agua del último. Como todos, al pensar en el «para siempre», aunque sea una entelequia o llevar al infinito lo efímero, ella quería estar con los suyos –menos con el del diente, pese a que comparte los pies de la caja con su osario-. La vecina de Fuentesnuevas que compró un nicho desde Francia previendo volver, aunque sea en un coche fúnebre, también quería estar con los suyos detrás de la puerta de mármol que le van a pegar con cemento para cerrar el libro y hacer una metáfora con el círculo de la vida. Estará decorada con flores naturales como recuerdo de los que aún no han pasado a ese lado (el primer año al menos). Pero faltaba espacio para enterrar en el barrio y había más gente en la cola mortal pidiendo la vez. Y su nicho se adjudicó al primero que llegó. Y ella, claro, se quedó sin ese pisito para la eternidad donde había decidido aparcarse en muerte. La verdad es que no saber donde vas a caerte  de muerto es un desquicie en vida. La muerte no deja de ser un concepto de vivos y la masticamos mal. Por eso, escoger un nicho que va a estar serigrafiado con nuestro nombre y conocer sus intestinos para saber cómo nos va a engullir, aunque hacerse a la idea no encaja con respirar, puede ser «vital» para muchos.
 

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