Navidad es Navidad

Hoy es Nochebuena e incluso los más ‘grinch’ se lo piensan dos veces antes de cometer una mala acción u omitir unas palabras que reflejen buenos deseos hacia sus semejantes. Y es que «Navidad es Navidad», como cantaba José Luis Perales cuando éramos niños, «toda la tierra se alegra y se entristece la mar». No es que el mundo se pare, no es que cesen las guerras, el dolor, la pobreza, pero la Navidad es un respiro que los hombres han decidido darse en un momento dado porque tanta realidad resulta abrumadora. Necesitamos treguas que nos permitan abrazarnos. Un tiempo para amar sin que se nos acuse de patinar en terrenos resbaladizos.

Para algunos «Navidad» significa volver a casa, reencontrase con quienes han estado lejos mucho tiempo, probar las comidas que huelen a infancia, dejarse acariciar por la madre. La Navidad es maternal. Para los creyentes una época de gozo y renacimiento. Magia a destiempo para los ateos, pero nada que la sonrisa de un niño no pueda remediar. ¿Quién podría negarse ante la personificación de la ilusión? Pocos humanos pueden ser tan desalmados. Por eso, aún sin ganas, con poco entusiasmo, a veces cansados o malhumorados, enfadados con jefes, gobiernos, vecinos o ex, el 24 de diciembre cambiamos el chip y celebramos que estamos vivos, no vaya a ser que la «mala vibra» o el mismísimo cielo nos castiguen y no nos permitan volver a brindar con o sin motivos.

Lo sé, si escuchamos a Judy Garland cantando su inolvidable «Have yourself a Merry Little Christmas» siempre nos faltará alguien a la mesa y al recordarlo sentiremos una pequeña punzada en el corazón, pero seguiremos sonriendo a quienes nos acompañan, porque Navidad, es Navidad. El poder de la magia es más fuerte que tú y que yo, es imparable.

Brindemos, cantemos, besémonos bajo el muérdago. En Nochebuena rendirse a la amargura está prohibido. De todo corazón, esta columnista hoy cumpleañera les desea Feliz Navidad.