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Mociones y elecciones

26/03/2023
 Actualizado a 26/03/2023
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Era un secreto a voces que la moción de censura de Vox estaba condenada al fracaso. Lo sabía de antemano hasta el más tonto del pueblo. Cosa distinta, y ya se verá, si también sentenciada al olvido en el corto plazo del calendario. Eso es distinto. El próximo 28 de mayo, es decir, a la vuelta de la esquina, se producirán en cascada en el conjunto del territorio español, donde se tomará el pulso –sobre todo en los más importantes núcleos poblaciones– a la situación política actual.
Esas también son mociones. Porque aquí, señoras y señores del estrado, es la gente y no los políticos la que decide quién debe estar o no al frente de los gobiernos municipales o autonómicos. Al menos en teoría. Cosa distinta es la práctica, donde caben las trapisondas o los enjuagues –identifíquense uno y otro término como ‘pactos’–, que pueden dar la razón o no a la masa electoral. En definitiva, el estrambote de una democracia que, a veces, no atiende a las mayorías extraídas de las urnas. Y se dan casos, que diría don Enrique, el párroco del Mercado.

En León dos son los partidos –PSOE y PP– a los que se les va a mirar con lupa. Quizás asimismo a la UPL, es cierto, si bien con diferente aumento. A los demás concurrentes, y salvo sorpresas, con lentes correctoras. En cualquiera de los supuestos y tratándose de comicios locales, el aspirante a la ‘corona’ municipal importa y mucho. Y tanto es así que la liebre puede saltar cuando menos se espera. Ya ocurrió en la capital leonesa hace unos años y resultó sorpresivo. No se esperaba ni por asomo. Pero esa es una historia prescrita, dormida y refugiada en la memoria de las hemerotecas.

Ocurra lo que ocurra, al votante no se le da con queso. Por mucho que se empeñen quienes se creen poco menos que infalibles en cuanto a mover las piezas del ajedrez. Es más. Hasta pueden encontrarse con el efecto rebote. Nada nuevo. Viene ocurriendo en Madrid con Isabel Díaz Ayuso, que, pese al empeño falaz de algún periódico, digitales y televisiones afectas al ‘régimen’, continúa subiendo en las encuestas independientes, que son las que tienen credibilidad. Ya se sabe que las del CIS es mejor dejarlas a enfriar y a un lado. En resumidas cuentas, que contra mayores son los ‘palos’ –lo de palos tómese como informaciones capciosas– mejor es la respuesta popular hacia la presidenta de la comunidad madrileña.

Conclusión. Las elecciones, en fin, son como la prueba del algodón. No engañan. En ellas se sustenta el premio o el castigo a los partidos -y a las personas-, en virtud de su trayectoria de cuatro años. Cada uno ya ha dejado su tarjeta de visita y se le conoce por el paño que ha tejido. Quien buena cama busca (ha buscado), en buena dormirá. El adagio viene que ni al pelo.
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