13/11/2023
 Actualizado a 13/11/2023
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La evolución antropológica pueblerina fue paradigma de historias e historietas, transmitidas de viva voz y de generación en generación, en las que uno no sabe muy bien dónde empieza la fábula y dónde termina la realidad.


Entre las leyendas mechenderas sobresale una, emulando a ‘Sostiene Pereira’ la novela de Antonio Tabucchi, cuyo protagonista era Germán, alias «el papa», y sus fabulaciones reconvertidas en mitos en la mente del paisanaje durante largas noches de invierno, ya que según decían era persona viajada y leída frente a sus atónitos vecinos.

Germán fue emigrante en Argentina, puede que principios del XX, pero regresó poco tiempo después, ya que la Pampa debió parecerle una vasta llanura y los gauchos más raros que sus vecinos babianos.

Germán decía que en América había una máquina ¡tan inteligente! que metían en ella los cerdos vivos y ésta los convertía en chorizos, jamones... Se probaba la chacina y si no era aceptable se volvía todo al artilugio… y ese era el gocho que llevaban al mercado.

El mismo que convocó una recogida de chatarra, a precios desorbitantes, aunque, media hora antes con los acopios hechos y papeles bajo el brazo, la procrastinó hasta nueva orden… que nunca llegó.

Pero el enredo ocurrió al fallecer el papa Juan XXIII, ya que el «pueblacho» quería saber si el muerto era el papa, el de Roma, o bien «el papa», Germán. Alguien intentó aclararlo: ¡Qué coños va a morir el papa si lo he visto yo esta mañana podando un árbol en Riopreda…!

Mas el disparate de Germán fue, finalizada la incivil guerra, amedrentar a los pastores de la vecera en Campolamoso, Salce, escopeta en ristre y haciéndose pasar por el «requisador de vacas del ejército rojo».

«La ciudad cree que fuera de ella no hay más que paisaje, patatas y leche; ignoran que también existe una cultura noble, antiquísima e insobornable». Rodríguez Castelao. Salud.

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