23/10/2016
 Actualizado a 12/09/2019
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Mirar la obra es una de las actividades más españolas y de mayor tradición que se pueda imaginar. Ni los viajes del Imserso ni los bailes del Hogar del Pensionista tienen más aceptación que una buena obra para el colectivo jubilado.

Sin embargo, cuando se llevó a cabo la construcción del aparcamiento subterráneo de Ordoño II tuve ocasión de infiltrarme alguna vez entre la afición ‘miraobrista’ y comprobar que en absoluto es exclusiva de jubilados y pensionistas. Personas de cualquier edad y condición pugnaban por un lugar en la valla de protección, y no era tarea fácil. Descubrí además que su actitud no es en absoluto pasiva, el verdadero ‘miraobras’ opina y participa, aporta ideas, reprende a capataces y jefes de obra y hasta azuza a los obreros. Un mero espectador que no toma partido en las polémicas constructivas que se forman en la valla no es más que un aficionado del ‘miraobrismo’.

Un octogenario salmantino llegó casi a la categoría de profesional durante la edificación del Corte Inglés de su ciudad, cuando abrió en internet el blog ‘El mirón de la obra’, en el que colgaba fotografías y comentarios sobre el avance de las labores. Pero ha sido el Ayuntamiento de León el que ha descubierto que institucionalizar el ‘miraobrismo’ es la solución a los problemas del delicado urbanismo municipal. La polémica intervención en la plaza del Grano, a cuyo suelo apenas le queda ya una piedra en su sitio, por fin va a comenzar, pero esta vez bajo la vigilancia de una comisión de vecinos, comerciantes, hosteleros y demás feligreses que se constituyó esta semana en el Salón de los Reyes del Ayuntamiento, y a la que también se invitó a las asociaciones y colectivos de reventadores habituales.

De nada sirvió el concurso de proyectos que el Ayuntamiento convocó en 2011, ni el curriculum del arquitecto que lo ganó, ni la opinión de los técnicos, ni los esfuerzos de la anterior corporación por explicar que en absoluto iba a tocarse el empedrado tradicional más que para rellenar sus escandalosas calvas, que el proyecto garantizaba la accesibilidad e impedía el tránsito de vehículos, que no se utilizaría hormigón ni cemento, sino únicamente argamasa con árido de río y mortero, que no habría pasillos entre el empedrado, ni plataformas para terrazas.

Vano esfuerzo, si un Ayuntamiento, especialmente uno del PP, quiere llevar a cabo una intervención urbanística sin que le monten un Gamonal, la solución es dar al ‘miraobrismo’ el estatus que se merece y un vino español. Que así sea.
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