22/04/2024
 Actualizado a 22/04/2024
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En aquel lejano día, cuando entonces, «el Mateo» y Margarita habían viajado a Barcelona para recoger él un premio literario y quedaron para comer con los amigos «claraboyos» Ángel Fierro y José Antonio Llamas. Y fue este último , el cronista, quien quedó con su mejor amigo, en Mataró, el abogado Fernando Balibrea Pérez-Vitoria, para comer en el club náutico de Arenys de Mar, donde vivía el admirado poeta catalán Salvador Espríu, autor de el «Cementerio de Sinera», conocido a través de José Batlló, su traductor y editor en El Bardo, y merecedor de nuestro respeto.

«Quina petita patria / encercla el cementiri ./ Aquesta mar, Sinera...../ El lent record / dels díes / que sont passats per sempre...».

Pero antes había que surcar en un velero de 13 metros de eslora las nada procelosas aguas de aquel mar de Homero, de Virgilio, de Cavafis, de Valery, y de tantos otros (incluso del joven catalán, Gimferrer, que acababa de publicar su ya famoso «Arde el mar» ) Y, llagada la hora, y embarcados todos en aquel navío, lo primero que hubo fue un cursillo acelerado de navegación. «Aquí no hay más cuerda que la del reloj» explicó Fernando Balibrea, un treintañero delgadísimo y jovial, con más retranca que la de los de León, «y el lado izquierdo es el de babor y el derecho el de estribor»

Y zarpamos. Nada de motor. A vela. ¿Por qué no salimos a motor? Porque se reirían los socios del club náutico de mí. Está bien. ¿Y nosotros, qué tenemos que hacer? Ir siempre mirando al mar. El barco lo llevamos Llamas y yo. Y fue entonces cuando Ángel Fierro comenzó a entonar aquella bellísima canción de Lorenzo Sepúlveda: «Mirando al mar soñé que estabas junto a mí. Mirando al mar yo no se que sentí».

Y en medio de aquel silencio, que vino a continuación y que se prolongó hasta que en la costa comenzaban a surgir los primeros ímpetus de la Costa Brava, fue la voz de Luis Mato la que rompió el ensalmo y salieron de sus labios los versos de Espríu: «El lento recuerdo de los días pasados para siempre» Y fué él mismo quien comenzó a explicar que aquello era como una forma nueva de mirar la vida y de encajar en un nuevo marco todo lo pasado: «Porque, al fin y a cabo, de estar mar procede todo lo que somos, aunque hayamos nacido en montañas lejanas, orilla de unos ríos que van morir al mar».

De «botavaras», instrumento esencial en la navegación, no llegamos a hablar. Ni del separatismo catalán.

 

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