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Milagros a Lourdes

03/12/2022
 Actualizado a 03/12/2022
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Seguro que en algún momento han escuchado: «Un coche da mucha libertad». Bien, pues siendo cierta la afirmación, en breve vamos a comprobar cómo tratarán de convencernos de lo contrario, porque hay una tendencia a nivel mundial que parece tener como objetivo coartar la libertad individual, está claro. Empezaron recomendándonos no comer carne roja mientras se deshacía en su boca un jugoso chuletón y el próximo año muchos coches que no cumplan ciertas condiciones medioambientales ya no podrán circular por ciudades con más de 50.000 habitantes. Y no crean que conseguir la pegatina que nos permita el tránsito es tarea fácil. En una provincia como León, el 40 % del parque móvil actual se quedaría reducido a chatarra.

Yo me pregunto en qué mundo vive esta gente, si salen a la calle y ven la realidad tal como es, porque este año hay muchísimas familias que a duras penas llegan a fin de mes con la inflación por las nubes, que apenas pueden encender un calefactor en diciembre, que no pueden viajar ni cometer el derroche de salir de cañas porque solo una cerveza les pervierte el presupuesto. Habrá como mucho un 20 o 25 % que sí puedan adquirir un coche eléctrico (funcionarios de alto rango, políticos, empresarios de alto standing, ‘youtubers’ de éxito, deportistas de élite, ganadores del Planeta), pero el resto de los mortales lo tiene difícil por no decir imposible. Dígale usted a un desempleado, a un autónomo o a un padre de familia que está sobreviviendo gracias al IMV que se compre un coche híbrido. Ni con ayudas ni sin ellas. No puede pagar la calefacción, va a invertir en un aparato así… ¿Y qué podrán hacer las personas de movilidad reducida, los jubilados, los ciudadanos vulnerables? Porque el transporte público, aunque fuese gratuito no llega a todas partes y en ciudades pequeñas a ciertas horas es invisible. Nunca políticas tan progresistas crearán una brecha social tan enorme.
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