09/04/2024
 Actualizado a 09/04/2024
Guardar

Se suele hablar de la memoria como una facultad del cerebro, pero también lo es de la mente, del alma, y nos permite recordar aquello que hemos vivido o nos han contado. Lo que parece absurdo y dictatorial es que se nos impongan los recuerdos por ley o por decreto. La historia la escriben los historiadores, que no siempre coinciden en su versión o interpretación de los hechos. Y nosotros podemos elegir libremente lo que más nos convenza. Pero nadie puede imponernos determinada visión. Si, además, hemos conocido a protagonistas directos de determinados acontecimientos, o los hemos vivido en primera persona, podremos sacar las conclusiones oportunas. Pero nadie nos puede obligar y amenazar con sanciones a defender aquello con lo que no estamos de acuerdo.

En las guerras siempre se cometen atrocidades desde uno y otro bando, pero no se puede perder de vista quién es el primero que las empieza o provoca. Así, la incitativa de guerra de Ucrania pertenece a Putin con su invasión y la de Oriente Medio al grupo terrorista Hamás con su cruel atentado. Si nos acercamos a la historia de España en el pasado siglo, nos encontramos con unos datos objetivos e innegables: en plena II República se desató una cruel persecución religiosa con la matanza de miles de sacerdotes y religiosos y la quema de miles de iglesias y conventos. No es extraño que surgiera un golpe de estado, que terminó en guerra, con todas las consecuencias y abusos de un lado y de otro.

Pero los que tenemos memoria, y ya no estábamos en la edad del pavo, pudimos experimentar el gran milagro de la transición y reconciliación, que ha dado lugar a los años más prósperos y pacíficos de la historia de España. El regreso de Carrillo, la Pasionaria, Tarradellas y de todos los exiliados que quisieron venir, la correspondiente y más que justificada amnistía, la Constitución, y el llamado milagro económico español… han sido un referente ejemplar para el mundo entero. Mas hete aquí que unos eternos adolescentes inmaduros y sectarios se han dispuesto a reescribir la historia, como si la historia empezara con ellos, y a revolverlo todo para enfrentar de nuevo a los españoles. Es propio de los dictadores dictar leyes a medida de sus caprichos. Y es propio de cobardes o ignorantes acatarlas sin ningún espíritu crítico. Ya está bien de que nos tomen el pelo. No podemos resignarnos a que nos quiten algo tan genuino de la libertad, como es la libertad de pensar y recordar según nuestro criterio y conciencia. 

 

Lo más leído