05/02/2024
 Actualizado a 05/02/2024
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A muchos nos ha llegado ya la época del ‘melasudismo’. El cronista, por costumbre de fundamentarse siempre, anda liado con un tal Pablo Álvares, y otro que tal baila: Mark Manson, para profundizar en «el sutil arte de que todo le importe a uno una mierda». Se aluden hasta 9 razones para ello; pero a un anciano consciente le basta con encender el noticiario y escuchar el debate de la amnistía, una ley que, en nombre de un socialismo de mentiras trata de perdonar los dislates de un separatismo mentidero que hasta parece contaminado de ‘putismo’ (que viene de Putin, el gran dictador de todas las Rusias)

Y uno que estaba a puto de militar en el «malditismo y la marginalidad» que, según algunos como Don Javier Huerta Calvo, era en lo que militaban dos de los Panero... Pero, no. De ese agua no bebemos aquellos que, como dios manda, lo que nos propusimos de jóvenes fue cambiar el mundo, que es el encargo que nos dejó la historia a los nacidos después de la guerra civil entre las dos Españas de Machado, y que se resolvió de la peor manera. No pudimos cambiarlo, pero lo dejamos casi a punto para los poetas venideros.

Tocados sí que quedamos. Unos más que otros. Pero ha terminado pasándonos lo que a aquel personaje de Luis Mateo en uno de los cines de su último libro, ‘El limbo de los cines’: «Por aquellos tiempos ya habíamos perdido las ilusiones y no teníamos otra pretensión que la de ir a las sesiones continuas a dormitar... Igual que si estuviéramos en el limbo».

Sabemos que hay montón de problemas a nuestro alrededor, pero ya no tenemos fuerzas. Quitando el asunto de la protección atenuada del lobo al norte del Duero» que se debate en el Tribunal de Justicia de la UE, lo demás ya es cosa de las nuevas generaciones capitaneadas por los dos héroes modernos: Sánchez y Zapatero, «melasudistas» ellos, pero con más prestigio y más determinación que nosotros, meros aprendices de olvido severo.

A ver si este mes de febrero de este año bisiesto nos produce «una dulce fatiga», como escribiera nuestro Antonio Pereira en uno de sus cuentos (el titulado: ‘Hermosa primavera, señor director’) que releemos en la reciente edición de Siruela, y volvemos a recordar aquello de: «30 días tiene noviembre, con abril, junio y septiembre; y los demás 31; menos febrerico el corto que sus días son 28. Menos si es bisiesto como este que tendrá 29». ‘Melasudismo’ (a mí, ya, hoy, todo me la suda) que es la única manera de caminar sin prisas hacia la orilla blanca.

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