12/02/2023
 Actualizado a 12/02/2023
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Medio ricos, y no ricos enteros, parecen los protagonistas de la serie ‘The White Lotus’, de tanto ir a hotelazos atendidos trapaceramente. No sé cómo ‘Four Seasons’, la cadena que prestó las instalaciones para la primera temporada en la isla hawaiana de Maui y para la segunda en la población siciliana de Taormina, va a atraer clientes vip más allá de aquellos que disfruten sometiéndose al sado del encargado.

No parece del todo rico alguien que acepta un no por respuesta como aquellos personajes. Uno ha visto cómo desembarcaba una familia rusa apestosamente adinerada en una playa privada precisamente de Sicilia y cómo el hotel, lleno hasta los topes, les aceptaba para horror de todos nosotros sus huéspedes de medio pelo. Llegaron en yate, pasaron a una especie de lanchita y de esta saltaron a la orilla con su séquito de asistentes e institutrices corriendo como pollos sin cabeza detrás del príncipe heredero, tropezando y cayéndose a la arena o al agua en plan charlotada total. Eso es ser rico rico (y seguro que en aquel séquito no había ninguna ‘nanny’ palentina rigurosa como la que ejerce en la residencia más famosa del Reino Unido, por otro lado).

Lo que sí que no define a un rico rico es la envidia que despierta. Aunque es algo que estaría la mar de bien no creo que aquellos levanten una envidia feroz en la mayoría de la gente, opinen lo que opinen los gurús televisivos. Más de cartón piedra que el decoradillo que le rodea son las diatribas de Iker Jiménez en defensa del mérito de las grandes fortunas nacionales, santos inocentes en su discurso, a quien decenas de millones les desean lo peor por culpa de su patrimonio. Ve ovnis por todos los lados Iker.

Un artículo reciente sobre la abundancia de ficción televisiva relativa a las dificultades de los ricos señalaba una cosa llamativa. Decía que los guionistas no se pueden documentar verazmente, que tienen que poner mucho de su imaginación, por lo inaccesible de aquel mundo. Y claro, al final cada uno tiene una idea de cómo vive un ricachón (desde luego que nunca encajará con aquel que se sorprende por los cinco pavos el kilo de kiwis Zespri) y quién lo es. Habrá quien vea a Isabel Preysler y habrá quien a Jeff Bezos (ya saben, ese cuyo abuelo salió del pueblo vallisoletano de Villafrechós). Mi referente es un personaje de ficción basado en uno real. Es aquel John Paul Getty interpretado por Donald Sutherland en ‘Trust’ al que le ponían hasta los calzoncillos. Y eso no lo veo yo en el serial de moda ni creo que suceda tampoco en los mejores chalets de las Eras de Renueva.
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