11/03/2023
 Actualizado a 11/03/2023
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A juzgar por el número de asistentes a las marchas del pasado 8-M, podría darnos la sensación de que el feminismo se está desinflando. Personalmente no creo que esté en decadencia, la mayoría de las mujeres y gran parte de los hombres de hoy somos feministas. Algunos lo son incluso sin saberlo. El cambio educacional de diversos roles afortunadamente ha surtido efecto con el paso de los años y ahora las parejas se reparten el peso económico, emocional y doméstico. También el respeto hacia la mujer ha mejorado; sin embargo, ninguna ley ha logrado ofrecer a las víctimas de violencia machista la seguridad que necesitaban. Siguen produciéndose demasiados asesinatos y el maltrato vive a la vuelta de la esquina.

Mientras muchas mujeres pensamos que ha llegado la hora de hacer balances y marcar objetivos, el feminismo se ha dividido. Esto es un hecho.Por un lado, Podemos, por otro las abolicionistas. Claro que el feminismo admite matices y que no siempre estaremos de acuerdo en todo, pero sí deberíamos estarlo en lo esencial, que es proteger a las mujeres de la violencia, fomentar leyes que mejoren la conciliación para que ninguna mujer que ame su trabajo tenga que sacrificarse si quiere tener hijos. Admitamos de una vez que el ‘solo sí es sí’ ha sido una chapuza. Ha sacado de la cárcel antes de lo debido a muchos acosadores, violadores y maltratadores. Nada justifica esto.

Hay que ser conscientes de que la prostitución denigra, no es un trabajo digno, es humillante. Lo mismo el fácil acceso a la pornografía, los vacíos legales que permiten alquilar vientres o comprar niños. El hecho de que haya mujeres tapadas por velos va más allá de lo cultural, es machista, porque hay países en los que si una niña va a la escuela se la envenena, en los que las mujeres no pueden cantar, reírse o dar un paseo. Basta ya de demagogia si no vamos a cambiar el mundo. Sin acción el grito es solo ruido.
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