18/03/2024
 Actualizado a 18/03/2024
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Por estos días, si mal no recuerdo, se vivía con ilusión la apertura de la veda de la pesca, a partir de la cual Jesús con un palo, tanza y cucharilla y Pepito con caña, como tantos otros, sacaban truchas del río «asgaya…» aun estando muy vigilados. En Omaña por el guarda de El Castillo, por don Paulino, y en Babia y Luna por el de Rabanal, por don Antonio, además de la Guardia Civil.

Más tarde la burocracia se hizo cargo de la pesca en nuestros ríos, con políticas tácitamente mejoradas, pero el resultado no puede ser más catastrófico.

Sabemos que el furtivismo merodeó a los ribereños desde ¡in illo tempore!, y a pesar de ser costaneros en Galilea también serían furtivos. Ahora bien, en la zona de Babia y Luna se pescaba a caña, a mano, con morga, con trasmallo… ¡Y había truchas y en cantidad!

Y no hacía falta ir a los cotos, ya que según me dice mi buen amigo, Bernabé, hasta en el río de Torrestío había muchas truchas. Aunque él las veía tan solo cuando deambulaba por su orilla, en noches de insomnio o plenilunio contemplándolas a la luz de la luna… ¡pero sin cogerlas!, no, no, de eso nada.

En Babia y Luna hubo grandes pescadores: don Dulsé, don Pergentino, el Sr. Pedrera, don Berto, de Sena, don Lindolfo o don Francisco, (Paquín), los dos de «Santulaja», a los que sorprendería, muy mucho, saber que hoy en el coto de Villafeliz no se pescan truchas, no, se sacan, se contemplan y se devuelven al río. Pues sí, esto es lo que ocurre en esta sociedad llena de burocracia…, ¡pero sin truchas! Lo que vienen siendo ecologistas de salón enmoquetado 2.0.

La trucha es la perla de nuestros ríos y una llamada de atención al cerebro primigenio, por su sabor único y excitante de la glándula gustativa.

Pero no está todo perdido, no, ¡estamos salvados!, ya que para disgusto de nuestros ganaderos el lobo se reproduce, versus trucha, a gran escala. Salud.

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