01/04/2023
 Actualizado a 01/04/2023
Guardar
El gozo de Rebeca provenía de la brillante idea que tuvieron el último día antes de las vacaciones en su instituto, Legio: proyectar el cortometraje ‘Libertad’ (2013) un testimonio sonoro dirigido y realizado por Chus Domínguez, que narra las vivencias relatadas, con lucidez y locuacidad, por su protagonista, Josefa Castro García, una luchadora de 90 años, cuya tortuosa vida discurre marcada por la Guerra Civil y la represión posterior. Interesante génesis y sinergias las que gestaron el proyecto: un grupo de estudiantes de instituto motivado junto a docentes y creadores que mostraron la cara más oscura y desgarradora de nuestra historia reciente.

Josefa Castro García, natural de Solana de Fenar, donde «todos eran iguales y vivían en armonía, se llevaban bien aunque cada uno atropaba para su casa». Allí se crió junto a sus seis hermanos, dos de los cuales murieron tempranamente, uno de picadura de serpiente y otro por una bronquitis galopante. Su padre se dedicaba a plantar árboles, el primer año tres, luego unos cuantos más que comenzaron a dar las primeras peras en tiempos de guerra. Su madre se dedicaba a labrar las tierras que iba heredando. Eran tiempos en que no se faltaba a la escuela, si acaso en primavera, para ayudar a las labores de casa y a cuidar a los jatos.

Pronto se fueron a la Robla, su padre era hombre de progreso, pero no se afilió a ningún partido, lo cual no le libró de tener que echarse a al monte. Dormía en casa, y por el día se escondía y Josefa le llevaba la comida al monte en un caldero en lugar de un cesto, para que no sospecharan. Luego le recomendaron que se entregara y tras darle una buena paliza, le juzgaron. Gracias a testimonios humanitarios de los vecinos que declararon haberle visto, le absolvieron de la acusación de haber participado en la Revolución de Octubre.

A Josefa, su madre «la echaba con las vacas» porque tenía miedo de lo que podía sucederle de día en el pueblo. Mientras, su padre se encerraba en casa, un tanto malhumorado y desengañado de la política: «el que se mojaba perecía». Aunque dejó de mojarse, pereció igualmente al finalizar la guerra tras uno de esos paseos de los que no volvió.

A Josefa la juzgaron por ser hija de dirigente rojo. Estuvo tres años en el penal de Saturrarán tras haber visitado la cárcel de San Marcos, la de León y la de Ponferrada.

Cuando quiso hacerse el pasaporte para emigrar a Francia descubrieron que se llamaba Libertad Josefa, y le hicieron quitarse el primer nombre.

«Ni tan siquiera el nombre le dejaron, mamá». Me decía Rebeca mientras relataba lo que les acabo de contar.

Sucedió el último día de clase de este trimestre en el que todos deseamos aspirar un poquito de libertad vacacional. Aunque Libertad son palabras mayores…
Lo más leído