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Libertad y libertinaje

02/10/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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No puedo decir, sin faltar a la verdad, que me hayan sorprendido las recientes declaraciones de los máximos responsables tanto de la patronal leonesa como de la que dice representar los intereses conjuntos del empresariado leonés y del castellano. Conviene recordar: en opinión de las patronales, Vestas puede hacer lo que quiera con la factoría de Villadangos, es más, está en su derecho a hacerlo.

Y no me pueden sorprender estas declaraciones porque se tratan de afirmaciones intachables en su literalidad. Es cierto, señores Aparicio y Cepedano: Vestas está su derecho, en esta posición los colocó aquella reforma del Estatuto de los Trabajadores que el presidente-representante de la banca y el capitalismo salvaje, el nunca suficientemente ponderado Mr. Rajoy, impulsó en el año 2012.

¿Cómo me va a sorprender que reconozcan que el contenido de esa reforma convirtió el trabajo en una mercadería más que se puede comprar o vender sin limitación alguna en aras a la defensa del sacrosanto principio de la «libertad de empresa»? Es más, lo que sí me sorprendería es que abandonaran esa aire de sobrados que últimamente tienen para volver a los tiempos en los que su ambición de convertir el mundo del trabajo en una jungla sin derechos para los trabajadores y trabajadoras se disfrazaba con todo tipo de fingimientos y buenismos.

Porque una jungla, en la que el más fuerte devora al más débil, es un marco legal en el que el trabajo ya no es un derecho cuya utilización necesita de justificación y causa concreta en su inicio y por tanto autorización administrativa en su finalización. Esa es la razón del derecho de Vestas. Sin la reforma laboral de 2012, con la necesidad de justificar que la causa del despido de toda una plantilla no es la pura avaricia, la deslocalización de la factoría no sería posible legalmente hablando.

En tiempos de la Transición nuestras patronales solían aburrir con eso de que la libertad no se podía convertir en libertinaje. Como buenos pastores marcaban sus fronteras. ¿Quién pondrá freno ahora a su libertinaje?
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