29/06/2023
 Actualizado a 29/06/2023
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Letonia es una nación que pertenece a la Otan y a la Unión Europea. Está situada en el noreste de Europa, forma parte de los llamados ‘Estados Bálticos’ y su capital, Riga, se encuentra a menos de seiscientos kilómetros de San Petersburgo y a menos de quinientos de Minsk. El sesenta por ciento de sus habitantes son de origen letón y un treinta por ciento son rusos, habiendo creado una figura jurídica que les engloba a todos y que viene a traducirse como ‘ciudadanos sin estado’, lo que viene a demostrar que son bastante racistas y que odian todo lo que huele a ruso. Supongo que motivos no les faltan, puesto que durante buena parte de su historia pertenecieron al Imperio Ruso o a la Unión Soviética y ya sabemos cómo funcionaba la cosa...

Con la que está cayendo, la Otan mantiene una fuerza militar de choque en su territorio (hay que aprovechar su vecindad con Rusia y con Bielorrusia), con la excusa de defenderlos a ellos, a los estonios, a los lituanos y a los polacos, otros vecinos que se las traen.

España, que es el ejemplo palmario de cómo se atiende siempre lo que dicta la voz de su amo, también tiene destacado en esta república un contingente con más de seiscientos soldados. ¿Qué hacen allí? Supongo que rascarse la barriga, comer y beber y, quien pueda, confraternizar con las nativas, como si fuesen una fuerza de ocupación cualquiera. Porque defender, lo que es defender, uno cree que, como mucho, se defenderán de los mosquitos, de las garrapatas o del odio que les intentan inocular contra ‘los otros’. El asunto es que dos chicos de mi pueblo, soldados profesionales, se han apuntado, voluntariamente, para ir a Letonia. Hacen bien, porque en los seis meses que se pasarán de misión cobrarán lo que cobran aquí en un año. Y hacen bien porque hay que aprovecharse de las pocas prebendas, en este caso económicas, que este Estado de mierda en el que vivimos concede. Un Estado gobernado por trileros, embaucadores, golfos y proxenetas no me merece ningún respeto. Y da igual cual de los partidos gobierne. Los dos partidos han tenido ministros y altos cargos pasando una temporada en chirona, lo que demuestra que eran unos golfos y que la justicia funciona. Son tal para cual y, por desgracia, la historia de la democracia lo confirma. Todo esto ya lo sabéis, pero creo que se olvida rápidamente.

Este fin de semana se produjo en Rusia la sublevación de los mercenarios de Wargner en contra del Presidente Putin. Yo me acojoné, más que por otra cosa por los dos del ‘gachi’. Si se hubiese preparado, como parecía, no quiero ni pensar en su estado de ánimo. Ver a la parca a tú lado debido a las veleidades del tonto de turno tiene que dejarte lívido, atónito, alterado y sin hambre ni sueño. Se pudo preparar la de Dios es Cristo, y el dúo dinámico pecero en primera línea, viendo el apocalipsis en directo, como si se tratase de un partido entre los del Real Madrid y los de Barcelona.

Y, sobre todo, pensé en sus familias y en las de sus compañeros. O están muy acostumbradas, que me extraña, o el susto fue monumental...; y eso no es vida ni vale una paga extra. Quisiera que nos explicase la ministra del ramo o el presidente del Gobierno, qué coños se no ha perdido en Letonia. Me gustaría que nos contasen que entuerto o que trifulca tenemos nosotros con los rusos... Sé que no podrán y, por lo tanto, tenemos que hacer como los moros y admitir cualquier suceso que nos depare el destino. Recuerdo un chiste de cuando salieron las primeras calculadoras. Venía a decir que quién ganaría en una batalla entre los israelitas y los árabes: ganaba Shell Oil y aparecía en la pantalla dándole la vuelta a la calculadora. Pues, poco más o menos como ahora; cambiad la multinacional, elegid la más os guste o la que más rabia os de y es lo mismo cincuenta años después. En cualquier guerra ganan los de siempre y pierden los mismos de siempre. Lo que más me llama la atención es que la sociedad europea, en general, y la española en particular esté tan anestesiada, tan pasiva, tan fatalista con lo que está sucediendo en el este de Europa. En otros momentos, no demasiado lejanos, los intelectuales y los artistas salieron a la calle bajo un gran eslogan: ‘NO A LA GUERRA’ y consiguieron que muchos los siguieran en tan loable deseo. Hoy no se mueve ni el Tato, con la salvedad de que contra los que luchamos, ‘los otros’, tienen el mayor arsenal atómico del mundo y, si las cosas se les tuercen no dudarán en usarlo. Y nuestros dirigentes, todos los europeos, parece que quieren la guerra a cualquier precio. Recordad que Alemania, la locomotora de este mal invento, está gobernada por los socialistas y los verdes, como nuestro país, y hasta ahora se les suponía un poco más de ‘sentidiño’ que sus colegas de la derecha... Pues no, todo lo contrario. Se sienten felices de matar cuantos más rusos mejor y lo dicen.

Buena suerte, hermanos peceros, mucha buena suerte. Salud y anarquía.
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