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Letanía cazurra jocoseria II

11/02/2024
 Actualizado a 11/02/2024
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¿De qué te vale, León, tan histórico pasado, si un viajero portugués, apellidado De Andrade, escritor muy destacado y recalado en León a fines del XIX, afirmó rotundo y breve echando la pierna en tierra en llegando a la estación, que en vez de aguardarle gente de su misma condición, una legión de mendigos le asaltaron sin piedad, y aquel inmundo tropel le acosó por la ciudad y jamás le abandonó hasta llegar al hotel? ¿Y no denunció, también, tan ilustre lusitano, que esa gente de León, de forma más que evidente, yendo sin remilgo al grano, es de cariz indolente, usura sobresaliente, rea de la explotación e individuos opresores que entorpecen la esperanza de que haya emprendedores?; añadiendo como afrenta que tal estruendo causaban las ruedas de las carretas por estrago del terreno, que no se oían los truenos retumbando en las tormentas. ¡Ay, León, venga a nosotros tu reino! 

¿De qué te vale, León, que te venga muy mojado a secarse el asturiano, si, como dice el refrán «vano, loco y mal cristiano», ni quieres centrifugado; ni frenases contundente la variante de Pajares, un nuevo paso existente de llegar a sus hogares, que afectó tus manantiales en torrentes y a raudales, teniendo tus comarcanos que beber aguas fluviales? ¿Ni tampoco promulgases de asturiano ser hermano y no tan solo pariente, si al llegar la autonomía no quiso tu compañía por quererla independiente? ¡Ay, León, venga a nosotros tu reino! ¿De qué te vale, León, pretender la comunión con Salamanca y Zamora, si esta triple fundición ambas dos ninguna añora? ¡Ay, León, venga a nosotros tu reino!

¿De qué te vale, León, que se busque solución a esta crisis galopante —que ni el mismísimo Dante se la hubiera imaginado—, si de tu espacio rural mucha gente se ha marchado rumbo a la capital respirando aglomerados en impureza ambiental?  ¿Y ya el colmo de los males se pretenda eliminar muchas juntas vecinales, mas sin juicio ni pensar, como la Historia ha mostrado, que hay que darlas más enjundia para salir de este estado? ¡Ay, León, venga a nosotros tu reino!

¿De qué te vale, León, contar con un gran emporio de mozos profesionales, si por éxodo a  millares solo queda vejestorio? ¡Ay, León, venga a nosotros tu reino!

¿De qué te vale, León, el jefecillo de labia para asunto intrascendente, si en materia trascendente se refugia siempre en Babia; y si huele la tostada que rezuma maloliente, o te suelta una bobada o procura, cautamente, tener la boca cerrada? ¡Ay, León, venga a nosotros tu reino?

¿De qué te vale, León, tener tanto inteligente de Trabadelo a Riaño, si cuando oyen «rebaño» creen que es baño muy frecuente; que oyendo decir «redaño» se daña mucho a la gente, y el colmo decir que «escaño» es el del agua corriente? ¡Ay, León, venga a nosotros tu reino?

¿De qué te vale, León, una gloria a celebrar de tu historia como gesta, si te han puesto como fiesta la campa de Villalar? ¡Ay, León, venga a nosotros tu reino!

¿De qué te vale, León, tan orgulloso pasado, si ante el infausto presente, tal como aquí se ha contado, estás hoy paralizado cual tullido y decadente, y porvenir tan oscuro, por no decir, concluyente, que si no tienes presente tampoco tienes futuro? ¡Ay, León, venga a nosotros tu reino!

Como Cristo pronunció en la cruz donde murió, con aquel dolor profundo sentido en su corazón y expresando en débil voz que su reino, a la sazón, ya no era de este mundo; yo digo de este León, que ni reino, fuerza, gloria ni avidez que lo arrulló, ya tampoco es de este mundo. ¡Ay, León, venga nosotros tu reino!

 

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