Cualquier persona medianamente sensata es consciente del gravísimo momento que está viviendo España a causa de quienes quieren destruirla, apoyados por un aspirante a Presidente del Gobierno, al que muchos consideran sin moral ni escrúpulos, mentiroso, cínico y traidor, amparado por unos colaboradores que solamente buscan su propio interés. Eso sí con la complicidad o el silencio cobarde de una mayoría de españoles. Ya solo nos faltaría que con semejantes personajes en España se repitiera por tercera vez la desastrosa experiencia republicana.
Cuando Juan Carlos I accedió a la Jefatura del Estado tenía todos los poderes, pero no dudó en renunciar a ellos para dar paso a una Constitución democrática y asumir, con el beneplácito de una gran mayoría de Españoles, que España se convirtiera en una monarquía parlamentaria, como otras muchas naciones europeas, entre ellas el Reino Unido, todo un ejemplo de democracia y de respeto a la Corona. Justo lo contrario de quien ni gobierna ni deja gobernar, ni permite trabajar al Parlamento y hace todo lo posible por controlar la justicia.
Es una auténtica vergüenza que tengamos un gobierno ansioso de indultar y amnistiar a delincuentes, corruptos, golpistas y terroristas, que ha condenado al destierro a quien, al margen de sus torpezas personales, ha hecho tanto por España y por los mismos que lo condenan. Sin duda su hijo Felipe VI, a pesar de las limitaciones que le impone la Constitución, sigue siendo una garantía de cara al futuro de España. No se ha presentado a elecciones, pero en su día España aprobó la monarquía con mayoría aplastante. Mientras uno de sus mayores rivales solamente recibe abucheos, el Rey es aclamado por las multitudes.
Y ahora nos llega Leonor, una joven que se prepara para servir a España como reina. Algunos, por razones de edad, no la veremos reinar, pero es un gran motivo de esperanza para las nuevas generaciones. No obstante, como Princesa heredera de la Corona, es mucho lo que podemos esperar de ella antes de comience a reinar. Ya está siendo un ejemplo para la juventud, realzando la importancia que tiene una buena educación. No menos importante es su ejemplo de amor y servicio a España. Pero también estamos seguros de se hará presente en eventos y acontecimientos dando una buena imagen dentro y fuera de España.
Pero como la envidia es nuestro gran pecado capital tendrá detractores, como los caraduras que no creen en España al tiempo que cobran un buen sueldo como parlamentarios, a costa de una nación a la que desprecian.