León palpita
en memoria de calles
que florecen al oscurecer,
cuando es humo
y promesa de luz.
En paseo de bulevares,
en el valle glaciar,
en relojes escondidos
bajo bronces y chalecos.
Cuando anochece,
en esos pájaros que,
pese al invierno,
brincan por tejas y chopos.
Eso es León:
jardín del que sales
con un centelleo en los ojos
y al que siempre deseas volver.