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Las víctimas reescriben la historia

04/02/2017
 Actualizado a 16/09/2019
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"Es más fácil estar en el odio. El odio te da fuerza, el odio no te traiciona. Mantenerse en el amor cuesta más trabajo". Son las palabras de Yael Alón, protagonista de Tierra del fuego, una obra dura y conmovedora del dramaturgo judío-argentino Mario Diament que todo el mundo debería ver para ampliar los horizontes del pensamiento, del corazón incluso.

La obra llegaba esta semana al Teatro Bergidum y al Auditorio Ciudad de León, apoyada en el trabajo de unos actores impecables entre los que habría que citar a Alicia Borrachero (Yael Alón) y Abdelatif Hwidar (Hassan el-Fawzi).

El texto se apoya en la historia real de Yulie Cohen,una azafata de vuelo israelí que, con sólo 22 años, sufrió un atentado en Londres en el año 78 y, dos décadas después, quiso conocer en prisión -donde cumplía cadena perpetua- al palestino que le había disparado y que había matado a su amiga.

A partir de ahí, el dolor y el rencor están en constante tensión con la necesidad de comunicación e, incluso, de una cierta comprensión. Que no llega, ni tiene por qué, al perdón. Sí a la compasión, ya que finalmente Yulie-Yael firmará una carta para pedir la liberación del condenado, porque siente que es un hombre distinto al que apretó el gatillo.

El conflicto aparece con toda su crudeza. Hay víctimas en ambos bandos y también verdugos, políticas sucias, justificaciones e indiferencia. Por muchos motivos, la cuestión palestino-israelí no tiene comparación posible, pero me ha llevado a pensar en las hondas heridas que producen el terrorismo y el matonismo que vienen del que vive al lado, del vecino. En España tuvimos a ETA y el daño aún está ahí, al alcance de la mano. Y se sigue viviendo, y escribiendo en periódicos y en libros como la reciente novela Patria, de Fernando Aramburu.

También se dice que la historia la escriben los vencedores, pero no es cierto. A veces se reescribe. Hoy, Villafranca sustituirá la placa de la calle con el nombre del Comandante Manso, que entró en la localidad a sangre y fuego con los militares golpistas en 1936, por el de Corporación Antonio Gabelas, en recuerdo del alcalde de la villa y los ocho concejales fusilados bajo las órdenes de Manso.
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