fulgencio-web-1.jpg

La coñá todavía pero el vino, no

30/10/2016
 Actualizado a 09/09/2019
Guardar
Se impone que se imponga la razón, que se nos escuche a la ruralidad y nuestros argumentos, tan denostados que estamos a punto de poner en el cartel de entrada al pueblo otro pequeño cartel explicativo del lugar que visitas:«Centro de Interpretación del Ornitorrinco», a ver si así se nos hace algo más de caso.

Porque el nombre vale para mucho. Cuando el nieto de Milio —que se pasaba las tardes sentado en la plaza mirando a ver si bajaban las nubes, si se metía la niebla y esas cosas—le dio de baja de ‘La Agraria’ y lo inscribió como Observatorio Permanente del Clima nos empezó a entrar tal cantidad de dinero de Europa que tuvimos que comprar un Land Rover, que viene bien reforzado y no lo revientan a base de billetes ni empacándolos, que es otra solución para llevarlos a Suiza, pesándolos en la báscula del Matadero y los ingresas por kilos:«14 toneladas de pacas de billetes de 50», que siempre será menos delito.

Al suco, que me esnorto. Que Miguelín El sordo (él sí oye, pero cuando le da la gana) está haciendo una pared para que no se le olvide que fue albañil, vinieron a denunciarlo y dijo que era «un taller de la memoria, para que no se le olvidara lo que sabía...». Mano de santo.

Pero el que no razona es el médico, ¡qué necio!, que le quiere quitar el vino, sin razonar. Ya le dice Miguelín, «yo la coñá si quiere la dejo, pero el vino... Llevamos toda la vida juntos».

¿Se puede razonar más?
Lo más leído