Imagen Juan María García Campal

Iré solo y muy bien acompañado

19/07/2023
 Actualizado a 19/07/2023
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Iré solo y despacio, muy despacio. Saboreando cada uno de los pasos que me lleve hacia ella, mi venerada Urna. E iré, sí, festivo. Sí, celebro cada jornada electoral como una fiesta. Sí, la de la Democracia. Y esto, me alegre o no el resultado que todas ellas presenten o arrojen. Pero es que, como a tantos –unos ya amnésicos, otros en paralizante puritanismo, otros involucionados–, yo no me encontré la Democracia por arte del harakiri de las últimas Cortes franquistas, a cuya sesión tanto procurador entró franquista de saludo romano y salió demócrata de toda la vida. No, yo me cuento entre los que desde la izquierda y la derecha –los hubo– forzamos con nuestros actos –clandestinos casi todos, pues ilegal era casi todo– la conquista de la Libertad y la Democracia para esta España, ¡de todos nuevamente!, en la que nadie sobra(ba) aunque muchos, exiliados, faltasen.

Sí, iré despacio, muy despacio. Tan despacio como acudí en su día a votar la Constitución acompañado por mis dudas con respecto a la forma política del Estado (Monarquía parlamentaria) pero aún más ilusionado porque, ¡por fin!, España se constituyese en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. Y no entrecomillo el texto constitucional porque ya antes de ser tal era mi anhelo.

Sí, iré despacio, muy despacio, llevando del brazo a mi abuela, cuyas energía y robustez sólo se quebraban en lágrimas tres fechas al año; dos festivas (una, ayer), rojas en el calendario, negras en la memoria, allí sentada en el mirador, y una noche insomne de maternal memoria luctuosa. Pena que se fuese antes que quien propició tanto dolor.

Sí, iré despacio, muy despacio, al paso último de mis padres, de quienes, a pesar de tanto, heredé fortaleza, de ella, y ternura, de él; con la alegría y serenidad de mi hermano mayor ya ausente; concelebrando con ellos vida, existencia, y todo lo demás que, con su ejemplo, me enseñaron.

Sí, iré despacio, muy despacio y jubiloso. Cual que en mi mano se afirmase mi nieto; él con toda su inocencia, yo con el inmenso deseo de un futuro aún mejor para él, sus padres, para todos.

Sí iré solo, despacio, muy despacio, y muy bien acompañado por todos ellos a defender con mi voto nuestra Democracia y Libertad de privatizaciones y ataques a lo público, de vilezas y censuras, de mentiras e intolerancias, de insultos y odios; de la vuelta al pasado.

Buena semana hagamos y tengamos. ¡Salud!
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