Los demonios vagan por la tierra,
nacieron de una tempestad.
Traen en sus pezuñas
trigo y frutos amargos.
¿Y ahora?
¿Pensamos, alguna vez,
que los árboles de la paz
repudiarían su destino?
¿Que desde Dan a Beerseba,
los olivos ennegrecerían
y gemirían exhaustos?
¿Que sus raíces beberían
de la sangre
de jóvenes e inocentes?
¿Que un viento,
hecho aullido,
descendería de los montes de Galilea?