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Un hombre enamorado

27/04/2024
 Actualizado a 27/04/2024
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Podría parecer el título de una película de Woody Allen, o tal vez el de una novela posmoderna, pero nunca habríamos llegado a imaginar que este apelativo se refiriese al presidente del Gobierno.

Ha ganado mociones de censura, ha pactado con el enemigo, ha firmado un manual de resistencia, pero no puede soportar que acusen a su mujer de tráfico de influencias.

Hay quienes ven en esta tregua de Sánchez una maniobra política para salir reforzado en su mandato, hay quienes ven a un presidente acorralado ante presuntos casos de corrupción y también hay quienes reconocen a un Pedro más humano, un hombre enamorado que tiene sus líneas rojas. Siempre hay un muro sagrado que toda persona considera infranqueable y no hay poder en el mundo ni tentación lo suficientemente ardiente o deseable que nos haga flaquear. 

No sabremos de momento la verdad, o sí, o no la conoceremos nunca del todo, quien sabe, pero lo que sí es cierto es que la política nacional está entrando en un juego sucio que los ciudadanos no deberíamos tolerar ni padecer. La mujer de Sánchez, el novio de Ayuso, su hermano, qué casualidad. ¿Rumores o certezas? ¿Pruebas o sospechas? Tú dispara la pólvora que siempre queda algo, aunque sea el olor a chamusquina de este acoso y derribo a cualquier precio.

Nadie debería ser intocable, por supuesto. No importa si es el presidente de la nación, su primo de Albacete o la directora de un servicio secreto. Todos debemos someternos al poder de la ley, de una ley imparcial y justa que estudie cada caso con rigor y pruebe con hechos y documentos si las acusaciones son falsas o verdaderas.

Esta sensación de carcoma, este tufo maloliente que empiezan a despedir las cúpulas de los partidos, no hace más que destruir nuestra fe en su capacidad de gobernarnos. Tal vea haya que tocar fondo para abrazar la transparencia.

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